lunes, 30 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (XI): el rostro del hombre, imagen de la gloria divina

Como en lunes anteriores, te rescato un fragmento de la encíclica Evangelium vitae (1995), que como sabes reflexiona sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, para formar nuestro criterio respecto a este tema de rabiosísima actualidad y que no podemos dejar pasar por alto. El Papa Juan Pablo II Magno, una vez más medita un pasaje del las Sagradas Escrituras y nos regala una reflexión sobre la grandeza de la Vida del hombre. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

«Llamados... a reproducir la imagen de su Hijo» (Rm 8, 28-29): la gloria de Dios resplandece en el rostro del hombre

34. La vida es siempre un bien. (...). ¿Por qué la vida es un bien? La pregunta recorre toda la Biblia, y ya desde sus primeras páginas encuentra una respuesta eficaz y admirable. La vida que Dios da al hombre es original y diversa de la de las demás criaturas vivientes, ya que el hombre, aunque proveniente del polvo de la tierra (cfr. Gn 2, 7; 3, 19; Jb 34, 15; Sal 103, 14. 104, 29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencia, resplandor de su gloria (cfr. Gn 1, 26-27; Sal 8, 6). (...). Al hombre se le ha dado una altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une a su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios.

Lo afirma el libro del Génesis en el primer relato de la creación, poniendo al hombre en el vértice de la actividad creadora de Dios, como su culmen, al término de un proceso que va desde el caos informe hasta la criatura más perfecta. Toda la creación está ordenada al hombre y todo se somete a él (cfr. Gn 1, 28. 2, 15). Así se reafirma la primacía del hombre sobre las cosas, las cuales están destinadas a él y confiadas a su responsabilidad, mientras que por ningún motivo el hombre puede ser sometido a sus semejantes y reducido al rango de cosa.

En el relato bíblico, la distinción entre el hombre y las demás criaturas se manifiesta sobre todo en el hecho de que sólo su creación se presenta como fruto de una especial decisión por parte de Dios, de una deliberación que establece un vínculo particular y específico con el Creador: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra» (Gn 1, 26). La vida que Dios ofrece al hombre es un don con el que Dios comparte algo de sí mismo con la criatura. (...). [El libro del Eclesiástico] manifiesta no sólo su dominio [el del hombre] sobre el mundo, sino también las facultades espirituales más características del hombre, como la razón, el discernimiento del bien y del mal, la voluntad libre (cfr. Eclo 17, 6). La capacidad de conocer la verdad y la libertad son prerrogativas del hombre en cuanto creado a imagen de su Creador, (...) (cfr. Dt 32, 4). (...).

Sólo la aparición de la mujer, es decir, de un ser que es hueso de sus huesos y carne de su carne (cf. Gn 2, 23), y en quien vive igualmente el espíritu de Dios creador, puede satisfacer la exigencia de diálogo interpersonal que es vital para la existencia humana. En el otro, hombre o mujer, se refleja Dios mismo, meta definitiva y satisfactoria de toda persona. (...). La gloria de Dios resplandece en el rostro del hombre. En él encuentra el Creador su descanso, como comenta asombrado y conmovido san Ambrosio: «Finalizó el sexto día y se concluyó la creación del mundo con la formación de aquella obra maestra que es el hombre, (...). Descansó al final en lo íntimo del hombre, descansó en su mente y en su pensamiento; en efecto, había creado al hombre dotado de razón, capaz de imitarle, émulo de sus virtudes, anhelante de las gracias celestes. En estas dotes suyas descansa el Dios que dijo: “¿En quién encontraré reposo, si no es en el humilde y contrito, que tiembla a mi palabra” (cfr. Is 66, 1-2). Doy gracias al Señor nuestro Dios por haber creado una obra tan maravillosa donde encontrar su descanso» (Exameron VI, 75-76).

En Barcelona, a 30 de marzo de 2009.

viernes, 27 de marzo de 2009

Que la vida es siempre breve y fugitiva. Quevedo

Todo tras sí lo lleva el año breve
de la vida mortal, burlando el brío,
el acero valiente, al mármol frío,
que contra el tiempo su dureza atreve.

Antes que sepa andar el pie, se mueve
camino de la muerte, donde envío
mi vida oscura; pobre y turbio río,
que negro mar con altas ondas bebe.

Todo corto momento es paso largo
que doy a mi pesar en tal jornada,
pues parado y durmiendo siempre aguijo.

Breve suspiro, y último, y amargo,
es la muerte forzosa y heredada;
mas si es ley, y no pena, ¿qué me aflijo?

Francisco de Quevedo

jueves, 26 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (X): la Vida es siempre un bien

Como en jueves anteriores, rescato para nuestra formación otro fragmento de la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II (1995), que como sabes reflexiona sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, tema de rabiosísima actualidad y que no podemos dejar pasar por alto. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

"Mi fortaleza y mi canción es el Señor. El es mi salvación" (Ex 15, 2): la vida es siempre un bien

31. En realidad, la plenitud evangélica del mensaje sobre la vida fue ya preparada en el Antiguo Testamento (...) (cfr. Ex 1, 15-22). La liberación de la esclavitud es el don de una identidad, el reconocimiento de una dignidad indeleble y el inicio de una historia nueva, en la que van unidos el descubrimiento de Dios y de sí mismo. (...).

De este modo, mientras Israel reconoce el valor de su propia existencia como pueblo, avanza también en la percepción del sentido y valor de la vida en cuanto tal. Es una reflexión que se desarrolla de modo particular en los libros sapienciales, partiendo de la experiencia cotidiana de la precariedad de la vida y de la conciencia de las amenazas que la acechan. Ante las contradicciones de la existencia, la fe está llamada a ofrecer una respuesta.

El problema del dolor acosa sobre todo a la fe y la pone a prueba. ¿Cómo no oír el gemido universal del hombre en la meditación del libro de Job? El inocente aplastado por el sufrimiento se pregunta comprensiblemente: «¿Para qué dar la luz a un desdichado, la vida a los que tienen amargada el alma, a los que ansían la muerte que no llega y excavan en su búsqueda más que por un tesoro?» (Jb 3, 20-21). Pero también en la más densa oscuridad la fe orienta hacia el reconocimiento confiado y adorador del «misterio»: «Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto te es irrealizable» (Jb 42, 2).

Progresivamente la Revelación lleva a descubrir con mayor claridad el germen de vida inmortal puesto por el Creador en el corazón de los hombres: "El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo en sus corazones" (Ecl 3, 11). Este germen de totalidad y plenitud espera manifestarse en el amor, y realizarse, por don gratuito de Dios, en la participación en su vida eterna.

En Barcelona, a 26 de marzo de 2009.

lunes, 23 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (IX): la palabra de Vida de Cristo

Continuo presentándote, como los lunes y jueves anteriores, otro fragmento de la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II (1995), que como sabes reflexiona sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, tema de rabiosísima actualidad y que no podemos dejar pasar por alto. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

«La Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto» (1Jn 1, 2): la mirada dirigida a Cristo, «Palabra de vida»

29. Ante las innumerables y graves amenazas contra la vida en el mundo contemporáneo, podríamos sentirnos como abrumados por una sensación de impotencia insuperable: ¡el bien nunca podrá tener la fuerza suficiente para vencer el mal!

Este es el momento en que el Pueblo de Dios, y en él cada creyente, está llamado a profesar, con humildad y valentía, la propia fe en Jesucristo, «Palabra de vida» (1Jn 1, 1). En realidad, el Evangelio de la vida no es una mera reflexión, aunque original y profunda, sobre la vida humana; ni sólo un mandamiento destinado a sensibilizar la conciencia y a causar cambios significativos en la sociedad; menos aún una promesa ilusoria de un futuro mejor. El Evangelio de la vida es una realidad concreta y personal, porque consiste en el anuncio de la persona misma de Jesús, el cual se presenta al apóstol Tomás, y en él a todo hombre, con estas palabras: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6). Es la misma identidad manifestada a Marta, la hermana de Lázaro: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Jn 11, 25-26). Jesús es el Hijo que desde la eternidad recibe la vida del Padre (cf. Jn 5, 26) y que ha venido a los hombres para hacerles partícipes de este don: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10).

Así, por la palabra, la acción y la persona misma de Jesús se da al hombre la posibilidad de «conocer» toda la verdad sobre el valor de la vida humana. De esa «fuente» recibe, en particular, la capacidad de «obrar» perfectamente esa verdad, es decir, asumir y realizar en plenitud la responsabilidad de amar y servir, defender y promover la vida humana. (...).

30. (...). En Jesús, «Palabra de vida», se anuncia y comunica la vida divina y eterna. Gracias a este anuncio y a este don, la vida física y espiritual del hombre, incluida su etapa terrena, encuentra plenitud de valor y significado: en efecto, la vida divina y eterna es el fin al que está orientado y llamado el hombre que vive en este mundo. El Evangelio de la vida abarca así todo lo que la misma experiencia y la razón humana dicen sobre el valor de la vida, lo acoge, lo eleva y lo lleva a término.

En Barcelona, a 23 de marzo de 2009.

jueves, 19 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (VIII): esperanza en la defensa de la Vida

Este jueves os presento otro fragmento de la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II (1995), que como sabes reflexiona sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, tema de rabiosísima actualidad y que no podemos dejar pasar por alto.
La Vida es lo más esencial que cada uno de nosotros, tú y yo, tenemos. Y nos estamos "permitiendo" el lujo de caer en la tentación hasta llegar al absurdo de legislar y actuar en contra de la Vida, qué es lo más nuclear y lo más importante que cada hombre posee. Sin Vida no podríamos realizar nada, ni siquiera atacarla tan descaradamente como hoy. A pesar de todo, siempre queda la esperanza en el sentido común para que asesore nuestro entendimiento, ya que éste es el que dirige nuestra voluntad; frente al gran número de las cambiantes sensaciones que nos rodean a diarios y que "justifican" nuestros caprichos y nublan nuestro entendimiento, destinándonos, así, al error. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios! ¡Felicidades para todos los padres!

«Os habéis acercado a la sangre de la aspersión» (cfr. Hb 12, 22.24): signos de esperanza y llamada al compromiso

25. «Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo» (Gn 4, 10). No es sólo la sangre de Abel, (...) la sangre de todo hombre asesinado después de Abel es un clamor que se eleva al Señor. De una forma absolutamente única, clama a Dios la sangre de Cristo, de quien Abel en su inocencia es figura profética (...). Es la sangre de la aspersión. (...). Esta sangre, que brota del costado abierto de Cristo en la cruz, «habla mejor que la de Abel»; en efecto, expresa y exige una «justicia» más profunda, pero sobre todo implora misericordia, se hace ante el Padre intercesora por los hermanos, es fuente de redención perfecta y don de vida nueva
(Cfr. Hb 12, 22.24)

La sangre de Cristo, mientras revela la grandeza del amor del Padre, manifiesta qué precioso es el hombre a los ojos de Dios y qué inestimable es el valor de su vida (cfr. 1P 1, 18-19). Precisamente contemplando la sangre preciosa de Cristo, signo de su entrega de amor (cf. Jn 13, 1), el creyente aprende a reconocer y apreciar la dignidad casi divina de todo hombre (...). Además, la sangre de Cristo manifiesta al hombre que su grandeza, y por tanto su vocación, consiste en el don sincero de sí mismo. Precisamente porque se derrama como don de vida, la sangre de Cristo ya no es signo de muerte, de separación definitiva de los hermanos, sino instrumento de una comunión que es riqueza de vida para todos. (...).

Es en la sangre de Cristo donde todos los hombres encuentran la fuerza para comprometerse en favor de la vida. Esta sangre es justamente el motivo más grande de esperanza, más aún, es el fundamento de la absoluta certeza de que según el designio divino la vida vencerá. (...) «La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (1Co 15, 55).

26. En realidad, no faltan signos que anticipan esta victoria en nuestras sociedades y culturas, a pesar de estar fuertemente marcadas por la «cultura de la muerte». (...).

Son todavía muchos los esposos que, con generosa responsabilidad, saben acoger a los hijos como «el don más excelente del matrimonio». No faltan familias que, además de su servicio cotidiano a la vida, acogen a niños abandonados, a muchachos y jóvenes en dificultad, a personas minusválidas, a ancianos solos. No pocos centros de ayuda a la vida, o instituciones análogas, están promovidos por personas y grupos que, con admirable dedicación y sacrificio, ofrecen un apoyo moral y material a madres en dificultad, tentadas de recurrir al aborto. También surgen y se difunden grupos de voluntarios dedicados a dar hospitalidad a quienes no tienen familia, se encuentran en condiciones de particular penuria o tienen necesidad de hallar un ambiente educativo que les ayude a superar comportamientos destructivos y a recuperar el sentido de la vida.

La medicina, impulsada con gran dedicación por investigadores y profesionales, persiste en su empeño por encontrar remedios cada vez más eficaces: resultados que hace un tiempo eran del todo impensables y capaces de abrir prometedoras perspectivas se obtienen hoy para la vida naciente, para las personas que sufren y los enfermos en fase aguda o terminal. (...).

27. Frente a legislaciones que han permitido el aborto y a tentativas, surgidas aquí y allá, de legalizar la eutanasia, han aparecido en todo el mundo movimientos e iniciativas de sensibilización social en favor de la vida. Cuando, conforme a su auténtica inspiración, actúan con determinada firmeza pero sin recurrir a la violencia, estos movimientos favorecen una toma de conciencia más difundida y profunda del valor de la vida, solicitando y realizando un compromiso más decisivo por su defensa. (...).

28. Este horizonte de luces y sombras debe hacernos a todos plenamente conscientes de que estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la «cultura de la muerte» y la «cultura de la vida». Estamos no sólo «ante», sino necesariamente «en medio» de este conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida. (...).
«Yo te prescribo hoy que ames al Señor tu Dios, que sigas sus caminos y guardes sus mandamientos, preceptos y normas (...). Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a él; pues en eso está tu vida, así como la prolongación de tus días» (Dt 30, 16.19-20). (...).
En Santander, celebrando la Solemnidad de san José a 19 de marzo de 2009.

martes, 17 de marzo de 2009

Homer Simpson no encuentra trabajo en España

En el último capítulo de The Simpson en la Fox vimos como se quedaron sin su casa a causa del abuso que realizaron sobre los créditos hipotecarios. Esta famosa familia de dibujos animados para adultos parodia esta situación del desahucio, siempre "límite" y desagradable para toda familia, circunstancia que no está nada lejos de la realidad de la crisis financiera por la que está atravesando los USA. Su "vecinito" Flanders compró, finalmente, la casa en venta y se la alquiló a Homer para que no se quedaran en la calle.

Para poder pagar el alquiler de la casa, sus deudas hipotecarias y todo lo necesario para sostener al resto de la familia necesariamente Homer debe pluriemplearse. Todos sabemos que el "paterfamilias" Simpson trabaja en la central nuclear de Sprinfield; pero Homer no encontrará trabajo en España porque las plantillas de sus centrales nucleares se reducen y, además, el Ejecutivo de nuestra patria -con nuestro Presidente Zapatero a la cabeza- ni promociona ni apuesta por la Energía nuclear. A este ritmo, en no mucho tiempo -si no lo estamos ya- en este competitivo mundo de la investigación energética nuclear estaremos a la cola de Europa y Occidente, y si me apuras del mundo (como la tasa de natalidad). ¡De vergüenza (como lo de la tasa de natalidad)!

Estas impresiones mías y otras que me callo (y que seguro estás pensando ahora) han sido confirmadas con las declaraciones de nuestra brillante ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, en el reciente coloquio organizado por el Club Siglo XXI en Madrid en dónde manifestó que la Energía nuclear para España "no es una apuesta recomendable". Unos de los argumentos, supongo que de peso, que presentó fue que "hoy por hoy, no está resuelto el tema de los residuos nucleares". ¡Claro que no está resuelto! No nos está diciendo nada nuevo. No está resuelto ni en España ni en el resto del mundo. ¡Es tarea de los Gobiernos y de sus Instituciones científicas! ¿A qué están esperando? ¿A vernos sepultados de ellos? Pero no es razón afirmar que no producimos energía nuclear porque no sabemos qué hacer con sus residuos, cosa no del todo cierta porque últimamente ha habido soluciones como la del deshecharlas en las fosas de los fondos marinos. Si necesitamos de esa energía habrá que implantarla, y al tiempo estudiamos cómo deshechar sus residuos. Nos comemos la naranja pero consideramos cómo y dónde dejar su cáscara..

Otro argumento contundente de nuestra Ministra es que las centrales nucleares son seguras pero que pueden tener accidentes. Sra. Garmendia, ¿no cree como yo que casi todas las actividades humanas, por no decir, todas -en razón de la imposición de las limitaciones de nuestra naturaleza-, son susceptibles de error, y por tanto, de provocar un accidente si las consecuencias son graves? ¿No será que no se quiere invertir en investigación y ejecución de medios que incrementen la seguridad de las centrales, que por cierto producen energía totalmente limpia y respetuosa con el medio ambiente?

Si, finalmente, hiciésemos caso a la Ministra, ningún país produciría energía nuclear. Recordemos que con la aparición de este tipo de energía el nivel de bienestar y la calidad de vida de la Sociedad Occidental, principalmente, aumentó y aumenta considerablemente.

Mas todo no son críticas. Estoy de acuerdo con nuestra Ministra en que las energías renovables son una "apuesta ganadora" por el respeto del medio ambiente y por la producción de aquella energía con vistas a completar las necesidades que nuestro país precisa. Pero no hay que engañarse, las energías renovables actualmente aportan casi el 9% de la energía consumida; aunque el objetivo para nuestro Gobierno es llegar al 20% en 2020: hoy por hoy una utopía, Sra. Ministra.

En Barcelona, a 17 de marzo de 2009.

Publicado en España liberal y en Cope.es.

lunes, 16 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (VII): la pérdida del sentido de Dios y del hombre mismo para el hombre

Este lunes te presento otro texto de la encíclica Evangelium vitae, que como ya sabes trata sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (1995). Este fragmento se pregunta sobre una de las causas de "lucha" entre la Cultura de la Vida y la Cultura de la Muerte -imperante en nuestros días y en nuestra Sociedad Occidental-, a saber: la pérdida del sentido, del significado, del valor de Dios y del hombre mismo para el hombre. Las reflexiones de Juan Pablo II son muy profundas, y estoy seguro que no te dejará indiferente porque define la realidad del hombre actual y a la Sociedad que le rodea, por suerte o por desgracia. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!
«He de esconderme de tu presencia» (Gn 4, 14): eclipse del sentido de Dios y del hombre

21.
En la búsqueda de las raíces más profundas de la lucha entre la «cultura de la vida» y la «cultura de la muerte», no basta detenerse en la idea perversa de libertad anteriormente señalada. Es necesario llegar al centro del drama vivido por el hombre contemporáneo: el eclipse del sentido de Dios y del hombre, característico del contexto social y cultural dominado por el secularismo, que con sus tentáculos penetrantes no deja de poner a prueba, a veces, a las mismas comunidades cristianas. Quien se deja contagiar por esta atmósfera, entra fácilmente en el torbellino de un terrible círculo vicioso: perdiendo el sentido de Dios, se tiende a perder también el sentido del hombre, de su dignidad y de su vida. A su vez, la violación sistemática de la ley moral, especialmente en el grave campo del respeto de la vida humana y su dignidad, produce una especie de progresiva ofuscación de la capacidad de percibir la presencia vivificante y salvadora de Dios. (...).
22. Por esto, cuando se pierde el sentido de Dios, también el sentido del hombre queda amenazado y contaminado, (...). El hombre [actual se encuentra] (...) encerrado en el restringido horizonte de su materialidad, se reduce de este modo a «una cosa», y ya no percibe el carácter trascendente de su «existir como hombre». No considera ya la vida como un don espléndido de Dios, una realidad «sagrada» confiada a su responsabilidad y, por tanto, a su custodia amorosa, a su «veneración». La vida llega a ser simplemente «una cosa», que el hombre reivindica como su propiedad exclusiva, totalmente dominable y manipulable.
Así, ante la vida que nace y la vida que muere, el hombre ya no es capaz de dejarse interrogar sobre el sentido más auténtico de su existencia, asumiendo con verdadera libertad estos momentos cruciales de su propio «existir». Se preocupa sólo del «hacer» y, recurriendo a cualquier forma de tecnología, se afana por programar, controlar y dominar el nacimiento y la muerte. Estas, de experiencias originarias que requieren ser «vividas», pasan a ser cosas que simplemente se pretenden «poseer» o «rechazar».
Por otra parte, una vez excluida la referencia a Dios, no sorprende que el sentido de todas las cosas resulte profundamente deformado, y la misma naturaleza, que ya no es «mater», quede reducida a «material» disponible a todas las manipulaciones. (...).
En realidad, viviendo «como si Dios no existiera», el hombre pierde no sólo el misterio de Dios, sino también el del mundo y el de su propio ser.
23. El eclipse del sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al materialismo práctico, en el que proliferan el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo. (...). Así, los valores del ser son sustituidos por los del tener. El único fin que cuenta es la consecución del propio bienestar material. La llamada «calidad de vida» se interpreta principal o exclusivamente como eficiencia económica, consumismo desordenado, belleza y goce de la vida física, olvidando las dimensiones más profundas –relacionales, espirituales y religiosas– de la existencia.
En semejante contexto el sufrimiento, elemento inevitable de la existencia humana, aunque también factor de posible crecimiento personal, es «censurado», rechazado como inútil, más aún, combatido como mal que debe evitarse siempre y de cualquier modo. Cuando no es posible evitarlo y la perspectiva de un bienestar al menos futuro se desvanece, entonces parece que la vida ha perdido ya todo sentido y aumenta en el hombre la tentación de reivindicar el derecho a su supresión.
Siempre en el mismo horizonte cultural, el cuerpo ya no se considera como realidad típicamente personal, signo y lugar de las relaciones con los demás, con Dios y con el mundo. Se reduce a pura materialidad: (...), también la sexualidad se despersonaliza e instrumentaliza: de signo, lugar y lenguaje del amor, es decir, del don de sí mismo y de la acogida del otro según toda la riqueza de la persona, pasa a ser cada vez más ocasión e instrumento de afirmación del propio yo y de satisfacción egoísta de los propios deseos e instintos. Así se deforma y falsifica el contenido originario de la sexualidad humana, y los dos significados, unitivo y procreativo, innatos a la naturaleza misma del acto conyugal, son separados artificialmente. (...).
24. En lo íntimo de la conciencia moral se produce el eclipse del sentido de Dios y del hombre, con todas sus múltiples y funestas consecuencias para la vida. Se pone en duda, sobre todo, la conciencia de cada persona, que en su unicidad e irrepetibilidad se encuentra sola ante Dios. Pero también se cuestiona, en cierto sentido, la «conciencia moral» de la sociedad. Esta es de algún modo responsable, no sólo porque tolera o favorece comportamientos contrarios a la vida, sino también porque alimenta la «cultura de la muerte», llegando a crear y consolidar verdaderas y auténticas «estructuras de pecado» contra la vida. La conciencia moral, tanto individual como social, está hoy sometida, a causa también del fuerte influjo de muchos medios de comunicación social, a un peligro gravísimo y mortal, el de la confusión entre el bien y el mal en relación con el mismo derecho fundamental a la vida. (...).
En Barcelona, a 16 de marzo de 2009.

viernes, 13 de marzo de 2009

Romeo y Julieta para el 1er año del blog, música para tu solaz delite

¡Estamos de celebración!, querido lector, porque este blog la semana pasada cumplió un año, aunque quien lo diría.. parece que fue ayer cuando nos embarcamos en esta singladura bloggera...

Quiero dar las gracias a cada uno de los más de 2.000 visitantes de los 5 continentes que se han asomado por aquí. De nuestra patria, por concretar y que nadie del resto del mundo se sienta ofendido -nada más lejos de mi intención-, se han dejado ver por estas páginas navegantes de más de 85 ciudades diferentes de España, aunque en su mayoría procedieron de nuestra querida Santander, de la villa y corte de Madrid y de la ciudad condal, la siempre europea, Barcelona. A casa uno de todos vosotros gracias, particulamente a los que os animáis a dejar vuestros comentarios en los "post," ¡todos son útiles! Sin ellos no tendríamos debate alguno ni nuevas ideas con que enriquecenos.

Y como estamos de celebración quiero "colgar" un vídeo rescatado directamente de las profundas entrañas de mi memoria, que corresponde a un fragmento de una obra musical titulada Romeo y Julieta de uno de mis compositores y directores de orquesta favoritos..., ¡efectivamente, acertaste!, me refiero al ruso Maestro Seguei Prokofiev (1891-1953). El fragmento con que quiero deleitar tu humana y delicada sensibilidad es concretamente "Montescos y Capuletos", suite nº 2, que se caracteriza por su fuerza instrumental del viento y de la percusión y múltiple fusión de los sonidos de cuerda: prometo que no deja indiferente a quien lo escucha. Esta excelente versión está interpetada por la Orquesta Sifónica de Viena en 1996 dirigida por el Maestro Abbado.

La magia y la fuerza de esta obra de arte envolverá dulcemente tu alma elevándola a una de las más altas cotas de disfrute y gozo espiritual (lo que santo Tomás llamó fruición). Te aseguro que abandonarse a sus armónicos acordes es asegurarse -como afirmaría Platón en su diálogo Fedro- una "melopea" espiritual, una borrachera intelectual que te conducirá rápidamente a un singular "entusiasmo y delirio divino". ¡Gozad!



En Barcelona, a 13 de marzo de 2009.

jueves, 12 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (VI): Una idea perversa de libertad

Este jueves otro texto de la encíclica Evangelium vitae, que como ya sabes, a estas alturas, trata sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (1995). Juan Pablo II, hoy, nos hará pensar hoy sobre el concepto de libertad a partir del versículo "¿Soy acaso yo el guardián de mi hermano?" (Gn 4, 9). Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

"¿Soy acaso yo el guardián de mi hermano?" (Gn 4, 9): una idea perversa de libertad
18. (...). [Ante] la pregunta del Señor: «¿Qué has hecho?» (Gn 4, 10) parece como una invitación a Caín para ir más allá de la materialidad de su gesto homicida, y comprender toda su gravedad en las motivaciones que estaban en su origen y en las consecuencias que se derivan.
Las opciones contra la vida proceden, a veces, de situaciones difíciles o incluso dramáticas de profundo sufrimiento, soledad, falta total de perspectivas económicas, depresión y angustia por el futuro. (...).
Por una parte, las varias declaraciones universales de los derechos del hombre y las múltiples iniciativas que se inspiran en ellas, afirman a nivel mundial una sensibilidad moral más atenta a reconocer el valor y la dignidad de todo ser humano en cuanto tal, sin distinción de raza, nacionalidad, religión, opinión política o clase social.
Por otra parte, a estas nobles declaraciones se contraponen lamentablemente en la realidad su trágica negación. Esta es aún más desconcertante y hasta escandalosa, precisamente por producirse en una Sociedad que hace de la afirmación y de la tutela de los derechos humanos su objetivo principal y al mismo tiempo su motivo de orgullo. ¿Cómo poner de acuerdo estas repetidas afirmaciones de principios con la multiplicación continua y la difundida legitimación de los atentados contra la vida humana? ¿Cómo conciliar estas declaraciones con el rechazo del más débil, del más necesitado, del anciano y del recién concebido? Estos atentados van en una dirección exactamente contraria a la del respeto a la vida, y representan una amenaza frontal a toda la cultura de los derechos del hombre. Es una amenaza capaz, al límite, de poner en peligro el significado mismo de la convivencia democrática: nuestras ciudades corren el riesgo de pasar de ser sociedades de «con-vivientes» a sociedades de excluidos, marginados, rechazados y eliminados. (...).
19. ¿Dónde están las raíces de una contradicción tan sorprendente? Podemos encontrarlas en valoraciones generales de orden cultural o moral, comenzando por aquella mentalidad que, tergiversando e incluso deformando el concepto de subjetividad, sólo reconoce como titular de derechos a quien se presenta con plena o, al menos, incipiente autonomía y sale de situaciones de total dependencia de los demás. (...). La teoría de los derechos humanos se fundamenta precisamente en la consideración del hecho que el hombre, a diferencia de los animales y de las cosas, no puede ser sometido al dominio de nadie. (...).
A otro nivel, el origen de la contradicción entre la solemne afirmación de los derechos del hombre y su trágica negación en la práctica, está en un concepto de libertad que exalta de modo absoluto al individuo, y no lo dispone a la solidaridad, a la plena acogida y al servicio del otro. (...).
Precisamente en este sentido se puede interpretar la respuesta de Caín a la pregunta del Señor «¿Dónde está tu hermano Abel?»: «No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?» (Gn 4, 9). Sí, cada hombre es «guarda de su hermano», porque Dios confía el hombre al hombre. Y es también en vista de este encargo que Dios da a cada hombre la libertad, que posee una esencial dimensión relacional. (...). Es un gran don del Creador, puesta al servicio de la persona y de su realización mediante el don de sí misma y la acogida del otro. Sin embargo, cuando la libertad es absolutizada en clave individualista, se vacía de su contenido original y se contradice en su misma vocación y dignidad.
Hay un aspecto aún más profundo que acentuar: la libertad reniega de sí misma, se autodestruye y se dispone a la eliminación del otro cuando no reconoce ni respeta su vínculo constitutivo con la verdad. (...).
20. Con esta concepción de la libertad, la convivencia social se deteriora profundamente. Si la promoción del propio yo se entiende en términos de autonomía absoluta, se llega inevitablemente a la negación del otro, considerado como enemigo de quien defenderse. De este modo la Sociedad se convierte en un conjunto de individuos colocados unos junto a otros, pero sin vínculos recíprocos: cada cual quiere afirmarse independientemente de los demás [¿existencialismo ("el otro es el infierno", Sartre)?], incluso haciendo prevalecer sus intereses. Sin embargo, frente a los intereses análogos de los otros, se ve obligado a buscar cualquier forma de compromiso, si se quiere garantizar a cada uno el máximo posible de libertad en la sociedad. Así, desaparece toda referencia a valores comunes y a una verdad absoluta para todos; la vida social se adentra en las arenas movedizas de un relativismo absoluto. Entonces todo es pactable, todo es negociable: incluso el primero de los derechos fundamentales, el de la vida.
Es lo que de hecho sucede también en el ámbito más propiamente político o estatal: el derecho originario e inalienable a la vida se pone en discusión o se niega sobre la base de un voto parlamentario o de la voluntad de una parte -aunque sea mayoritaria- de la población. Es el resultado nefasto de un relativismo que predomina incontrovertible: el «derecho» deja de ser tal porque no está ya fundamentado sólidamente en la inviolable dignidad de la persona, sino que queda sometido a la voluntad del más fuerte. De este modo la democracia, a pesar de sus reglas, va por un camino de totalitarismo fundamental. (...).
Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la libertad humana un significado perverso e inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás. Pero ésta es la muerte de la verdadera libertad: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo» (Jn 8, 34).
En Barcelona, a 12 de marzo de 2009.

martes, 10 de marzo de 2009

La sinrazon del aborto adolescente

El pasado 21 de enero el Parlamento de Cataluña aprobaba la posibilidad de que adolescentes de 16 años pudieran abortar sin la autorización de sus padrea, a pesar de ser menores de edad, tal como establece la Ley en la actualidad. Esta noticia, rayando el absurdo y lo esperpéntico, sin duda, no nos dejó indiferente a nadie en la Sociedad catalana.. Por aquel entonces, reflexionaba lo siguiente:

Los hombres estamos dotados de la facultad de la inteligencia, que nos permite conocer la realidad que nos rodea y la verdad que de ella se desprende. Por eso decimos que el hombre es un ser inteligente, y como definía Aristóteles, un "animal racional". Para regular la convivencia de los hombres en Sociedad redactamos las Leyes, las cuales son expresiones de nuestra inteligencia, de nuestra razón, ya que con ellas interpretamos las verdades contenidas en las realidades que conforman nuestra vida en Comunidad, en Sociedad.

Pues bien, ante este caso de autorización de aborto a las adolescentes sin el permiso de sus padres, los legisladores (que son los que redactan las Leyes, ¿conforme a la razón y al sentido común?, tal como decíamos arriba) están presuponiendo una madurez, y, por tanto, una racionalidad que un adolescente no posee por naturaleza. El adolescente, por definición, es el que está en desarrollo, en continuo cambio ya sea afectivamente, en sus sentimientos, o en sus procesos cognoscitivos, en su madurez intelectual. Por lo tanto, los legisladores están otorgando unas facultades que el adolescente "per se" no puede llegar a poseer, porque su manera de interpretar la vida es netamente subjetiva y muy poco objetiva porque aún no ha madurado. Dejará de ser adolescente en el momento de madurar.

Otra acción más de esos legisladores, es negar la madurez que se les supone a los padres, porque, aunque sea ya solo por edad tienen más capacidad de decisión y de "coger el toro por los cuernos" que sus hijos. Con esa resolución legislativa se les priva de la autoridad que los padres poseen, favoreciendo así, que el Estado, intervenga cómo debe estructurarse la composición de las familias, esencial y primer elemento de la Sociedad.

Por lo tanto, esos legisladores nos quieren confundir, nos quieren "hacer tontos", nos quieren engañar proponiéndonos "una realidad opuesta" a la que tú y yo vivimos. Asi, dotan de autoridad, madurez y razón a aquel, el adolescente, que aún no es capaz de desarrollar ni ejecutar. Y privan de esa autoridad, madurez y razón a aquellos, que en razón de sus condición de padres, poseen. Esa Ley, es una Ley absurda, no es conforme a la razón, no es una Ley propia del hombre, por lo que no es una auténtica Ley.

Pues bien, esta semana pasada, nuestra Ministra de Igualdad ha adelantado las pautas de la futura Ley del aborto, auténtica revolución de sinrazones comparada con la de 1985. Entre esas pautas está la medida que he comentado arriba: la de no penalizar a las adolescentes de 16 años en adelante que quieran abortar sin el permiso de sus padres, cosa que como hemos demostrado es una medida irracional, por lo que esta medida no puede ser una auténtica Ley. Otra medida es la del aborto libre hasta las 14 semanas, tremenda salvajada que denota el fracaso cultural hacia donde va nuestra Sociedad, a saber, hacia la cultura de la muerte, que no defiende lo más sagrado y valioso que tenemos: nuestra Vida.

En Barcelona, a 10 de marzo de 2009.

Publicado en España liberal y en Cope.es.

lunes, 9 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (V): El eclipse del valor de la vida (II)

Hoy, otro fragmento de la encíclica Evangelium vitae, del Papa Juan Pablo II que como ya sabes trata sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (1995). Continuamos el epígrafe del jueves pasado: "el eclipse del valor de la vida", que como ya habrás leído es una reflexión profunda sobre las causas que amenazan la Vida del Hombre; todo ello al hilo de las Sagradas Escrituras. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

«¿Qué has hecho?» (Gn 4, 10): eclipse del valor de la vida (II)


13. Para facilitar la difusión del aborto, se han invertido y se siguen invirtiendo ingentes sumas destinadas a la obtención de productos farmacéuticos, que hacen posible la muerte del feto en el seno materno, sin necesidad de recurrir a la ayuda del médico. La misma investigación científica sobre este punto parece preocupada casi exclusivamente por obtener productos cada vez más simples y eficaces contra la vida y, al mismo tiempo, capaces de sustraer el aborto a toda forma de control y responsabilidad social.

Se afirma con frecuencia que la anticoncepción, segura y asequible a todos, es el remedio más eficaz contra el aborto. Se acusa además a la Iglesia católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando la ilicitud moral de la anticoncepción. (...). De hecho, la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción. Es cierto que anticoncepción y aborto, desde el punto de vista moral, son males específicamente distintos: la primera contradice la verdad plena del acto sexual como expresión propia del amor conyugal, el segundo destruye la vida de un ser humano; la anticoncepción se opone a la virtud de la castidad matrimonial, el aborto se opone a la virtud de la justicia y viola directamente el precepto divino «no matarás».

(...). Es cierto que no faltan casos en los que se llega a la anticoncepción y al mismo aborto bajo la presión de múltiples dificultades existenciales, (...). Pero en muchísimos otros casos estas prácticas tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de libertad que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad. Así, la vida que podría brotar del encuentro sexual se convierte en enemigo a evitar absolutamente, y el aborto en la única respuesta posible frente a una anticoncepción frustrada. [¿Estará de fondo el obsoleto e irracional pensamiento maniqueo?] (...).

15. Amenazas no menos graves afectan también a los enfermos incurables y a los terminales, en un contexto social y cultural que, haciendo más difícil afrontar y soportar el sufrimiento, agudiza la tentación de resolver el problema del sufrimiento eliminándolo en su raíz, anticipando la muerte al momento considerado como más oportuno.

En una decisión así confluyen con frecuencia elementos diversos, lamentablemente convergentes en este terrible final. Puede ser decisivo, en el enfermo, el sentimiento de angustia, exasperación, e incluso desesperación, provocado por una experiencia de dolor intenso y prolongado. (...). Todo esto se ve agravado por un ambiente cultural que no ve en el sufrimiento ningún significado o valor, es más, lo considera el mal por excelencia, que debe eliminar a toda costa. Esto acontece especialmente cuando no se tiene una visión religiosa que ayude a comprender positivamente el misterio del dolor. (...). Encontramos una trágica expresión de todo esto en la difusión de la eutanasia, encubierta y subrepticia, practicada abiertamente o incluso legalizada. Esta, más que por una presunta piedad ante el dolor del paciente, es justificada a veces por razones utilitarias, de cara a evitar gastos innecesarios demasiado costosos para la sociedad. (...).

17. La humanidad de hoy nos ofrece un espectáculo verdaderamente alarmante, si consideramos no sólo los diversos ámbitos en los que se producen los atentados contra la vida, sino también su singular proporción numérica, junto con el múltiple y poderoso apoyo que reciben de una vasta opinión pública, de un frecuente reconocimiento legal y de la implicación de una parte del personal sanitario.

Como afirmé con fuerza en Denver, con ocasión de la VIII Jornada Mundial de la Juventud: "Con el tiempo, las amenazas contra la vida no disminuyen. (...). El siglo XX será considerado una época de ataques masivos contra la vida, una serie interminable de guerras y una destrucción permanente de vidas humanas inocentes. Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible". Más allá de las intenciones, que pueden ser diversas y presentar tal vez aspectos convincentes incluso en nombre de la solidaridad, estamos en realidad ante una objetiva «conjura contra la vida», que ve implicadas incluso a Instituciones internacionales, dedicadas a alentar y programar auténticas campañas de difusión de la anticoncepción, la esterilización y el aborto. Finalmente, no se puede negar que los medios de comunicación social son con frecuencia cómplices de esta conjura, creando en la opinión pública una cultura que presenta el recurso a la anticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma eutanasia como un signo de progreso y conquista de libertad, mientras muestran como enemigas de la libertad y del progreso las posiciones incondicionales a favor de la vida.

En Barcelona, a 9 de marzo de 2009.

jueves, 5 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (IV): El eclipse del valor de la vida (I)

Hoy, otro fragmento de la encíclica Evangelium vitae, que como ya sabes trata sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (1995). Como el lunes anterior, Juan Pablo II, al hilo de las Sagradas Escrituras irá relatando las amenazas a la Vida más inmediatas. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

«¿Qué has hecho?» (Gn 4, 10): eclipse del valor de la vida (I)
10.
El Señor dice a Caín: «¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo» (Gn 4, 10). La voz de la sangre derramada por los hombres no cesa de clamar, de generación en generación, adquiriendo tonos y acentos diversos y siempre nuevos. [Esta pregunta] se dirige también al hombre contemporáneo para que tome conciencia de la amplitud y gravedad de los atentados contra la vida, (...) y reflexione con extrema seriedad sobre las consecuencias que derivan de estos mismos atentados para la vida de las personas y de los pueblos.

Hay amenazas que proceden de la naturaleza misma, y que se agravan por la desidia culpable y la negligencia de los hombres que, no pocas veces, podrían remediarlas. Otras, sin embargo, son fruto de situaciones de violencia, odio, intereses contrapuestos, que inducen a los hombres a agredirse entre sí con homicidios, guerras, matanzas y genocidios.

¿Cómo no pensar también en la violencia contra la vida de millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria, a la desnutrición, y al hambre, a causa de una inicua distribución de las riquezas entre los pueblos y las clases sociales? ¿o en la violencia derivada, incluso antes que de las guerras, de un comercio escandaloso de armas, que favorece la espiral de tantos conflictos armados que ensangrientan el mundo? ¿o en la siembra de muerte que se realiza con el temerario desajuste de los equilibrios ecológicos, con la criminal difusión de la droga, o con el fomento de modelos de práctica de la sexualidad que, además de ser moralmente inaceptables, son también portadores de graves riesgos para la vida? (...).

11. Pero nuestra atención quiere concentrarse, en particular, en
otro género de atentados, relativos a la vida naciente y terminal, que presentan caracteres nuevos respecto al pasado y suscitan problemas de gravedad singular, por el hecho de que tienden a perder, en la conciencia colectiva, el carácter de «delito» y a asumir paradójicamente el de «derecho», hasta el punto de pretender con ello un verdadero y propio reconocimiento legal por parte del Estado y la sucesiva ejecución mediante la intervención gratuita de los mismos agentes sanitarios. (...).

¿Cómo se ha podido llegar a una situación semejante? (...). En el fondo hay una profunda crisis de la cultura, que engendra escepticismo en los fundamentos mismos del saber y de la ética, haciendo cada vez más difícil ver con claridad el sentido del hombre, de sus derechos y deberes. A esto se añaden las más diversas dificultades existenciales y relacionales, agravadas por la realidad de una sociedad compleja, (...).

12.
En efecto, si muchos y graves aspectos de la actual problemática social pueden explicar en cierto modo el clima de extendida incertidumbre moral y atenuar a veces en las personas la responsabilidad objetiva, no es menos cierto que estamos frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera «cultura de muerte». (...).

En Barcelona, a 5 de marzo de 2009.

lunes, 2 de marzo de 2009

Patxi López, ¿títere de Zapatero?

Ibarretxe ha ganado las elecciones en el País Vasco, esto es innegable. Sin embargo, los que realmente pueden ganar las elecciones son aquellos ciudadanos vascos que hoy por hoy no viven libremente; aquellos que, subyugados por las posturas totalitarias nacionalistas, no pueden opinar públicamente como ellos piensan; aquellos, en definitiva, que anhelan vivir en paz y sin la sospecha de que algún desalmado pueda "pegarle" un tiro a sangre fría o ponerle una bomba en su coche en nombre de la libertad del pueblo vasco.

Esta victoria es histórica porque es la primera vez en Democracia en que pueda haber un gobierno no nacionalista en la Comunidad Autónoma Vasca. Pues bien, la victoria de esos ciudadanos vascos (muchos de ellos auto-exiliados) está en manos del mutuo acuerdo entre Patxi López, Antonio Basagoiti y Rosa Díez, siendo razonablemente el próximo Lehendakari el candidato del PSOE.

Me pregunto yo, ¿tendrá el Sr. López la valentía y la coherencia de querer formar gobierno con los otros dos partidos políticos que respetan la Constitución Española (PP y UPD? ¿O por contra, y en razón de estrategias políticas venidas de Ferraz, y a pesar de sus ganas de "liberar un proyecto de cambio en Euskadi", Patxi López otorgará su confianza al nacionalismo vasco, al PNV, para que Ibarretxe vuelva a ser lendakari; y así Zapatero mantenga el apoyo del PNV en el Congreso de los Diputados que le asegure que se aprueben los Presupuestos del Estado y las otras Leyes que "sacarán" de la crisis a nuestra patria?

En la valentía del candidato socialista frente a las directrices que le vengan de las altas jerarquías de Madrid está el sino de la reorientación de la política de los últimos 30 años en el País Vasco.

En Barcelona, a 2 de marzo de 2009.

Publicado en Cope y en España liberal.

Evangelium vitae. JPII (III): La amenaza de la Vida en el caso de Caín y Abel

Como el lunes pasado te presento un nuevo fragmento de la encíclica Evangelium vitae (1995) de Juan Pablo II para que ambos tengamos un momento de reflexión sobre las principales amenazas sobre la vida teniendo como referencia el relato bíblico del asesinato de Abel por parte de Caín (Gn 4, 2-16). Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

7.
(...).
El Evangelio de la vida, proclamado al principio con la creación del hombre a imagen de Dios para un destino de vida plena y perfecta, está como en contradicción con la experiencia lacerante de la muerte que entra en el mundo y oscurece el sentido de toda la existencia humana. La muerte entra por la envidia del diablo (cfr. Gn 3, 1. 4-5) y por el pecado de los primeros padres (cfr. Gn 2, 17; 3, 17-19). Y entra de un modo violento, a través de la muerte de Abel causada por su hermano Caín: «Cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató» (Gn 4, 8). (...).

8. (...). [Dios Padre] reprende [a Caín] recordándole su libertad frente al mal: el hombre no está predestinado al mal. Ciertamente, igual que Adán, es tentado por el poder maléfico del pecado que, como bestia feroz, está acechando a la puerta de su corazón, esperando lanzarse sobre la presa. Pero Caín es libre frente al pecado. Lo puede y lo debe dominar: «Como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar» (Gn 4, 7).

Los celos y la ira prevalecen sobre la advertencia del Señor, y así Caín se lanza contra su hermano y lo mata. Como leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica, «la Escritura, en el relato de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín, revela, desde los comienzos de la historia humana, la presencia en el hombre de la ira y la codicia, consecuencia del pecado original. El hombre se convirtió en el enemigo de sus semejantes».

El hermano mata a su hermano. Como en el primer fratricidio, en cada homicidio se viola el parentesco «espiritual» que agrupa a los hombres en una única gran familia donde todos participan del mismo bien fundamental: la idéntica dignidad personal. (...).

En la raíz de cada violencia contra el prójimo se cede a la lógica del maligno, es decir, de aquél que «era homicida desde el principio» (Jn 8, 44), como nos recuerda el apóstol Juan: «Pues este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que, siendo del maligno, mató a su hermano» (1Jn 3, 11-12). Así, esta muerte del hermano al comienzo de la Historia es el triste testimonio de cómo el mal avanza con rapidez impresionante: a la rebelión del hombre contra Dios en el paraíso terrenal se añade la lucha mortal del hombre contra el hombre.

Después del delito, Dios interviene para vengar al asesinado. Caín, frente a Dios, que le pregunta sobre el paradero de Abel, lejos de sentirse avergonzado y excusarse, elude la pregunta con arrogancia: «No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?» (Gn 4, 9). «No sé». Con la mentira Caín trata de ocultar su delito. Así ha sucedido con frecuencia y sigue sucediendo cuando las ideologías más diversas sirven para justificar y encubrir los atentados más atroces contra la persona. «¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?»: Caín no quiere pensar en su hermano y rechaza asumir aquella responsabilidad que cada hombre tiene en relación con los demás. Esto hace pensar espontáneamente en las tendencias actuales de ausencia de responsabilidad del hombre hacia sus semejantes, cuyos síntomas son, entre otros, la falta de solidaridad con los miembros más débiles de la sociedad -es decir, ancianos, enfermos, inmigrantes y niños- y la indiferencia que con frecuencia se observa en la relación entre los pueblos, incluso cuando están en juego valores fundamentales como la supervivencia, la libertad y la paz.

9. Dios no puede dejar impune el delito: desde el suelo sobre el que fue derramada, la sangre del asesinado clama justicia a Dios. De este texto la Iglesia ha sacado la denominación de «pecados que claman venganza ante la presencia de Dios» y entre ellos ha incluido, en primer lugar, el homicidio voluntario. Para los hebreos, como para otros muchos pueblos de la antigüedad, en la sangre se encuentra la vida, mejor aún, «la sangre es la vida» (Dt 12, 23) y la vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios: por eso quien atenta contra la vida del hombre, de alguna manera atenta contra Dios mismo. (...).

Pero Dios, siempre misericordioso incluso cuando castiga, «puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara» (Gn 4, 15). Le da, por tanto, una señal de reconocimiento, que tiene como objetivo no condenarlo a la execración de los demás hombres, sino protegerlo y defenderlo frente a quienes querrán matarlo para vengar así la muerte de Abel. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante.

Es justamente aquí donde se manifiesta el misterio paradójico de la justicia misericordiosa de Dios, como escribió san Ambrosio: «Porque se había cometido un fratricidio, esto es, el más grande de los crímenes, en el momento mismo en que se introdujo el pecado, se debió desplegar la Ley de la misericordia divina; ya que, si el castigo hubiera golpeado inmediatamente al culpable, no sucedería que los hombres, al castigar, usen cierta tolerancia o suavidad, sino que entregarían inmediatamente al castigo a los culpables. (...) Dios expulsó a Caín de su presencia y, renegado por sus padres, lo desterró como al exilio de una habitación separada, por el hecho de que había pasado de la humana benignidad a la ferocidad bestial. Sin embargo, Dios no quiso castigar al homicida con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte».

En Barcelona, a 2 de marzo de 2009.