viernes, 29 de octubre de 2010

"Para creer en la evolución es necesario primero creer en Dios", Sayés dicit.

“Para creer en la evolución es necesario primero creer en Dios”. Ésta es la conclusión a la que se llegó tras la conferencia La Teoría de la evolución y la Fe pronunciada por don José Antonio Sayés el pasado 21 de octubre en un abarrotado salón de actos de la Casa de la Iglesia de Santander y organizada por el Centro de Santander de la Asociación Católica de Propagandistas.
Antes de empezar la exposición advirtió al auditorio de la importancia de la necesidad del desarrollo de la actividad científica experimental y humanística, al tiempo que también defendió la autonomía de la actividad científica. De tal manera, que se ha de considerar las conclusiones que cada Ciencia alcanza respecto a su concreto campo de estudio. Por lo que las Ciencias experimentales no pueden hacer ciencia sobre cuestiones filosóficas simplemente porque sus objetos de estudio no son ese tipo de cuestiones, que pertenecen en exclusiva a la Filosofía. Concluyendo, así, que la Filosofía, hace auténtica ciencia filosófica cuando no interfiere en las investigaciones científicas experimentales; de mismo modo que la Ciencia experimental hace ciencia cuando se centra en la singularidad de sus objetos de estudio.

A modo de argumentación lógica, Sayés, fue exponiendo las relaciones entre la Teoría de la evolución y la Fe.
En primer lugar, acudió a lo que La Biblia dice sobre la Evolución, llegando a las siguientes conclusiones: 1) Todo lo creado procede de Dios, así el concepto de “creación” procede de la Cultura Judía. 2) Lo único creado semejante a Dios es el hombre, así el concepto de “persona” procede del Cristianismo (cfr. Concilio de Calcedonia, 451). 3) La mujer tiene la misma dignidad que el hombre, por lo que no es un objeto. Y, 4) En el transfondo del pecado original subyace la orgullosa autonomía del hombre que quiere decidir por sí mismo qué es el Bien y el mal, sin contar con Dios.

En segundo lugar, el P. Sayés se detuvo en la consideración de algunas preguntas filosóficas que la Teoría de la evolución plantea, llegando a la siguiente conclusión: La evolución por sí misma no se explica. El Neodarwinismo, que ampara a la Teoría de la evolución, tras la demostración de que el ADN no cambia ha recurrido al azar como explicación de la evolución. Para el P. Sayés, este recurso no es suficiente para la exigencia que el método científico exige, porque en el fondo en el orden objetivo (como es la Ciencia experimental) no cabe el azar. Por tanto, se ha de aceptar que el hombre es un diseño inteligente, lejos de cualquier explicación azarosa. El P. Sayés hizo alusión a estos escritos: F. Facchini, Y apareció el hombre sobre la Tierra: ¿evolución o creación?, Palabra, Madrid, 2007; C. Schönborn, “Finding Design in Nature”, New York Times, 7/VII/2005.

Y, en tercer lugar, a partir de lo dicho anteriormente hemos de concluir que si en la creación aparece un hombre inteligente es porque el hombre tiene alma. El alma del hombre tiene libertad y autodeterminación (lejos de la determinación genética), y decir libertad –afirma Sayés– es hacer referencia a la espiritualidad. Al considerar el alma del hombre hemos de aceptar la existencia de una conciencia, de una “yoidad” (la certeza de ser uno y el mismo en todo momento) y a su conocimiento transcendente, abstracto y “metafísico” que tiene respecto de la Realidad. Pero ¿de dónde procede el alma? Para poder creer en la realidad “hombre” hay que creer previamente en Dios, porque el hombre y su alma han sido creado por Él. Así, concluye Sayés, “creo en la evolución porque creo en Dios”.

José Antonio Sayés (Peralta, 1944), presbítero desde 1968 y Doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, es Profesor de Teología Fundamental en la Facultad de Teología del Norte de España (con sede en Burgos), aunque ha extendido su magisterio fuera de nuestras fronteras: Estado Unidos de América, Brasil, Japón, Taiwán, Australia, y en breve irá a Dinamarca. Ha escrito más de 40 obras de Teología y Filosofía, siendo en la actualidad uno de los teólogos vivos más importantes de la Iglesia. Destacan sus prolíficas conferencias, su constante dedicación a la investigación y a la docencia plasmada en la publicación de sus libros de manera casi anual, y por supuesto sus incisivos artículos en defensa de la Fe. Una de sus mayores satisfacciones es la periódica presencia en campamentos con jóvenes. Entre sus mejores sentencias se encuentran: “Hay que dar hasta que empiece a doler” o “A los curas que no hacen oración, Dios les castiga con reuniones”. Algunas de sus obras: Filosofía del hombre, EIUNSA, 2009; Teología de la Creación, Palabra, 2002, o un clásico de la Teología contemporánea de rabiosa actualidad, La presencia real de Cristo en la Eucaristía, Ed. Católica, 1976.
Para escuchar la conferencia completa pincha aquí.
En Santander a 29 de octubre de 2010.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Mensaje de Benedictos XVI para la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid (2011)

Os dejo un breve resumen (para los que que dispongan de poco tiempo) del Mensaje de Benedicto XVI para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (Col 2, 7), para irse preparando para este evento. Pero no dudes en leerlo entero pinchando aquí. Al recorrer estas líneas no olvides que es el Papa quién te las está diciendo, y no yo..

Introducción
Nuestra mirada se dirige ahora a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid, en el mes de agosto de 2011. Ya en 1989, algunos meses antes de la histórica caída del Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela. Ahora, en un momento en que Europa tiene que volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid, con el lema: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (Col 2, 7). (…). Además, quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros.

1. En las fuentes de vuestras aspiraciones más grandes
En cada época, también en nuestros días, numerosos jóvenes sienten el profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad. Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz. (…). ¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? No, el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente. San Agustín tenía razón: "nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti". El deseo de la vida más grande es un signo de que Él nos ha creado, de que llevamos su “huella”. Dios es vida, y cada criatura tiende a la vida; en un modo único y especial, la persona humana, hecha a imagen de Dios, aspira al amor, a la alegría y a la paz. Entonces comprendemos que es un contrasentido pretender eliminar a Dios para que el hombre viva. Dios es la fuente de la vida; (…). La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social. (…).

Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Como escribía el apóstol Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas, es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, (…) no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento. Vosotros, jóvenes, tenéis el derecho de recibir de las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestra vida, (…).

2. Arraigados y edificados en Cristo
La importancia de la fe en la vida (…) [esta manifestada por san Pablo cuando dice]: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (Col 2, 7). Aquí podemos distinguir tres imágenes: “arraigado” evoca el árbol y las raíces que lo alimentan; “edificado” se refiere a la construcción; “firme” alude al crecimiento de la fuerza física o moral. Se trata de imágenes muy elocuentes. (…) hay que señalar que en el texto original las tres expresiones, desde el punto de vista gramatical, están en pasivo: quiere decir, que es Cristo mismo quien toma la iniciativa de arraigar, edificar y hacer firmes a los creyentes.

(…) el árbol, firmemente plantado en el suelo por medio de las raíces, que le dan estabilidad y alimento. Sin las raíces, sería llevado por el viento, y moriría. ¿Cuáles son nuestras raíces? (…) los padres, la familia y la cultura de nuestro país (…). La Biblia nos muestra el testimonio del profeta: Echar raíces significa volver a poner su confianza en Dios (cfr. Jer 17, 7-8). De Él viene nuestra vida; sin Él no podríamos vivir de verdad. (…) Jesús mismo se presenta como nuestra vida (cf. Jn 14, 6). Por ello, la fe cristiana no es sólo creer en la verdad, sino sobre todo una relación personal con Jesucristo. El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud. Existe un momento en la juventud en que cada uno se pregunta: ¿qué sentido tiene mi vida, qué finalidad, qué rumbo debo darle? (…).

Como las raíces del árbol lo mantienen plantado firmemente en la tierra, así los cimientos dan a la casa una estabilidad perdurable. Mediante la fe, estamos arraigados en Cristo, así como una casa está construida sobre los cimientos. (…). «El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra… se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida» (Lc 6, 47-48).

Queridos amigos, construid vuestra casa sobre roca, (…). Intentad también vosotros acoger cada día la Palabra de Cristo. Escuchadle como al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con Él a vuestro lado seréis capaces de afrontar con valentía y esperanza las dificultades, los problemas, también las desilusiones y los fracasos. (…). Sólo la Palabra de Dios nos muestra la auténtica senda, sólo la fe que nos ha sido transmitida es la luz que ilumina el camino. Acoged con gratitud este don espiritual que habéis recibido de vuestras familias y esforzaos por responder con responsabilidad a la llamada de Dios, convirtiéndoos en adultos en la fe. No creáis a los que os digan que no necesitáis a los demás para construir vuestra vida. (…).

3. Firmes en la fe
[En] nuestro contexto cultural (…) hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un “paraíso” sin Él. Pero la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un “infierno”, donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, (…).

El apóstol Pablo recuerda a los hermanos, contagiados por las ideas contrarias al Evangelio, el poder de Cristo muerto y resucitado. Este misterio es el fundamento de nuestra vida, el centro de la fe cristiana. Todas las filosofías que lo ignoran, considerándolo “necedad”, muestran sus límites ante las grandes preguntas presentes en el corazón del hombre. Por ello, también yo, como Sucesor del apóstol Pedro, deseo confirmaros en la fe. Creemos firmemente que Jesucristo se entregó en la Cruz para ofrecernos su amor; en su pasión, soportó nuestros sufrimientos, cargó con nuestros pecados, nos consiguió el perdón y nos reconcilió con Dios Padre, abriéndonos el camino de la vida eterna. De este modo, hemos sido liberados de lo que más atenaza nuestra vida: la esclavitud del pecado, y podemos amar a todos, incluso a los enemigos, y compartir este amor con los hermanos más pobres y en dificultad.

La cruz a menudo nos da miedo, porque parece ser la negación de la vida. En realidad, es lo contrario. Es el “sí” de Dios al hombre, la expresión máxima de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna. De hecho, del corazón de Jesús abierto en la cruz ha brotado la vida divina, siempre disponible para quien acepta mirar al Crucificado. Por eso, quiero invitaros a acoger la cruz de Jesús, signo del amor de Dios, como fuente de vida nueva. (…).

4. Creer en Jesucristo sin verlo
Nosotros quisiéramos poder ver a Jesús, poder hablar con Él, sentir más intensamente aún su presencia. (…). Para nosotros es posible tener un contacto sensible con Jesús (…) en los Sacramentos, Él se nos acerca en modo particular, se nos entrega. Queridos jóvenes, aprended a “ver”, a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda.
Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo (…) mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. (…). Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia. (…).

5. Sostenidos por la fe de la Iglesia, para ser testigos
Nuestra fe personal en Cristo (…) está vinculada a la fe de la Iglesia: no somos creyentes aislados, sino que, mediante el Bautismo, somos miembros de esta gran familia, y es la fe profesada por la Iglesia la que asegura nuestra fe personal. (…).
Los santos y mártires han sacado de la cruz gloriosa la fuerza para ser fieles a Dios hasta la entrega de sí mismos; en la fe han encontrado la fuerza para vencer las propias debilidades y superar toda adversidad. (…). La victoria que nace de la fe es la del amor. (…). La caridad que brota de la fe les ha llevado a dar un testimonio muy concreto, con la palabra y las obras. Cristo no es un bien sólo para nosotros mismos, sino que es el bien más precioso que tenemos que compartir con los demás. En la era de la globalización, sed testigos de la esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta esperanza. (…).

6. Hacia la Jornada Mundial de Madrid
Queridos amigos, os reitero la invitación a asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Con profunda alegría, os espero a cada uno personalmente. Cristo quiere afianzaros en la fe por medio de la Iglesia. La elección de creer en Cristo y de seguirle no es fácil. Se ve obstaculizada por nuestras infidelidades personales y por muchas voces que nos sugieren vías más fáciles. (…). La calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo recíproco.
Queridos jóvenes, la Iglesia cuenta con vosotros. Necesita vuestra fe viva, vuestra caridad creativa y el dinamismo de vuestra esperanza. Vuestra presencia renueva la Iglesia, la rejuvenece y le da un nuevo impulso. (…).

miércoles, 6 de octubre de 2010

"El desarrollo de los pueblos y la técnica", capítulo VI, y "Conclusión" de la Caritas in Veritate de Benedicto XVI

Os quiero presentar algunas de las ideas principales del capítulo VI de la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI: "El desarrollo de los pueblos y la técnica", y de su "Conclusión", por si puede serte útil para su lectura, reflexión y discusión. Las negritas son mías.
CAPÍTULO VI
Se abordan distintos temas: Introducción, Técnica y desarrollo, Paz, Mass media, Bioética, Psicologismo y Materialismo.

Introducción
68. Benedicto XVI comienza este capítulo VI recordando el que sería el leit motiv de esta encíclica: LA PERSONA HUMANA TIENDE POR NATURALEZA A SU PROPIO DESARROLLO, no sólo el material, sino también el espiritual, aunque no siempre esté garantizado. El desarrollo de los pueblos está unido necesariamente al desarrollo de cada hombre.
El desarrollo al que está vocado el hombre no es aquel que puede variar a merced de su capricho. Porque EL HOMBRE COMO TAL ES UN DON y no el resultado de su propia autogeneración, es decir, el hombre no es autor de sí mismo. De tal manera su desarrollo personal debe estar en consonancia con la naturaleza del DON que le caracteriza. Es decir, el desarrolo del hombre ha de esar en sintonía con los principios y fines de la Creación, que en último extremo son conocer y amar al Señor, nuestro Dios, con todo el alma, con todas las fuerzas y con todo el ser, y buscar el Reino de Dios y su Justicia. El resto se da por añadidura.

Cada persona construye su propio “yo” sobre la base de un “sí mismo” que nos ha sido dado por puro DON del Creador, por ello cada hombre posee una libre singularidad para dirigir y desarrollar su propio desarrollo personal. Sin embargo, el desarrollo de la persona y de los pueblos se degrada cuando éstas pretenden ser las únicas creadoras de sí mismas y cuando creen que pueden recrearse usando los “prodigios” de la tecnología. Llegados a este punto debemos afirmar que EL "DESARROLLO" NO ES UN PRODUCTO ARTIFICIAL, sino que está fundamentado en un “plus”, en “un algo más” que no es exclusivamente humano y que cada hombre debe descubrir por sí mismo en el interior de su conciencia, a saber, las normas básicas de la LEY MORAL NATURAL inscritas en el corazón de cada hombre en virtud de su humana naturaleza.

Técnica y desarrollo
69. En la actual el problema del desarrollo está unido al “progreso tecnológico” y sus aplicaciones en el campo de la Biología.

El concepto “técnica” procede del griego "tecné" (técnica, arte). Desde antiguo está asociado al trabajo manual, pero no como un trabajo manual cualquiera: el resultado de la “técnica humana” es elevado a la categoría de “Arte”. Porque para desarrollar una auténtica técnica, con toda su valía, no basta el mero trabajo físico sino que también es necesario que el espíritu del trabajador (su alma, su conocimiento, su manera de ser) impregne el fruto de sus manos, de modo que no queda como algo meramente material, sino que se erige como un “producto humano” con toda su plenitud, lo que es propio del “Arte”.

Continua el Papa: “La técnica es un hecho profundamente humano, vinculado a la autonomía y libertad del hombre. En la técnica se manifiesta y confirma el dominio del espíritu sobre la materia (…)”. Así, la técnica permite dominar la materia y mejorar las condiciones de vida, y por tanto responde a la misma vocación que el trabajo humano posee: la técnica al ser “vista como una obra del propio talento, el hombre se reconoce a sí mismo y realiza su propia humanidad”. La técnica es el aspecto objetivo del actuar humano, cuyo origen y razón de ser está en el elemento subjetivo, por eso la técnica nunca es solo técnica, sino que manifiesta quién es el hombre.

“Los cristianos deben buscar y gustar las cosas de arriba, lo cual en nada disminuye, antes lo contrario, aumenta la importancia de la misión que les incumbe de trabajar con todos los hombres en la edificación de un mundo más humano. En realidad, el misterio de la fe cristiana ofrece (…) valiosos estímulos (…) para cumplir con más intensidad su misión y (…) para descubrir el sentido pleno de esa actividad que sitúa a la Cultura en el puesto eminente. (…). El hombre con el trabajo de sus manos o con ayuda de los recursos técnicos cumple personalmente el plan mismo de Dios de someter la tierra y perfeccionar la Creación (…)” (Vaticano II. Gaudium et spes n. 57, de la secc. 2ª del cap. II: "Algunos principios para la sana promoción de la cultura").

70. La técnica nace de la creatividad humana como instrumento de la libertad de la persona, por lo que puede llegar a entenderse como elemento de una libertad absoluta, alimentando, eventualmente, así, la idea de "autosuficiencia" e "independencia del Creador" cuando el hombre se pregunta sólo por el “cómo” y no por los “porqués” y “paraqués” que le impulsan a actuar.

El proceso de GLOBALIZACIÓN puede exponer a la humanidad al RIESGO de erigir a la TÉCNICA misma en una IDEOLOGÍA, “un deslizamiento hacia un nuevo positivismo –afirma Pablo VI–: la técnica universalizada como forma dominante del dinamismo humano, como modo invasor de existir, como lenguaje mismo, sin que la cuestión de su sentido se plantee realmente” (Pablo VI. Octogesima adveniens n. 29.).

Esta visión ideológica refuerza la mentalidad “tecnicista” al hacer coincidir la verdad con lo factible (Pragmatismo neokantiano, Utilitarismo), donde el único criterio de verdad es la eficiencia y la utilidad. Por lo que se niega automáticamente el “desarrollo”, y se genera una frontal contradicción con la finalidad originaria de la actividad técnica y tecnológica, a saber, el pleno desarrollo humano. El verdadero desarrollo no consiste solo en el hacer, sino que su clave está en la inteligencia capaz de entender la técnica desde su dimensión humana, al considerar la globalidad del ser de cada persona. Para lo cual es preciso ejercitar la actividad técnica desde la responsabilidad moral. “De ahí la necesidad apremiante de una formación para un uso ético y responsable de la técnica”, recuperando el verdadero sentido de la libertad humana, a saber, “en todo servir y amar a Dios, nuestro Señor”.

Paz
71. La desviación de la mentalidad técnica de su originario humanismo afecta en los procesos de paz entre los pueblos, hasta tal punto que se ha tecnificado que actualmente se considera el desarrollo y paz de los pueblos como mero “un problema de ingeniería financiera” y como una cuestión exclusivamente “técnica”, en lo que lo humano no tiene nada que decir.

Sin embargo, el auténtico desarrollo nunca estará plenamente garantizado ni por las leyes del mercado ni por las políticas internacionales -por mucha ideología tecnológica que haya, y a las injusticias sociales mundiales nos remitimos-, si entre sus diseñadores y ejecutores no cuentan con hombres rectos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al Bien común. Para esos menesteres es inexcusablemente necesaria -si es que realmente queremos el desarrollo de los pueblos- que exista una preparación profesional y técnica y una coherencia moral. Sin ésta última, predomina la absolutización de la técnica, con su consecuente confusión entre fines y medios.

72. En esta línea, además, el desarrollo y la paz de los pueblos corre el riesgo de ser considerados como un producto exclusivo de la técnica, fruto del humano acuerdo entre los intereses particulares de los gobiernos. “Es cierto que la construcción de la paz necesita de una red constante de contactos diplomáticos (…), no obstante, para que estos esfuerzos produzcan efectos duraderos, es necesario que se substenten en valores fundamentados en la verdad de la vida”, es decir, que tengan en cuenta las necesidades de los pueblos afectados.

Mass media
73. El Papa denuncia la decisiva y perniciosa influencia que los mass media poseen sobre la configuración socio-política y cultural de una sociedad, que en muchas ocasiones, en virtud de la ideología tecnicista global, ofrecen criterios únicamente humanos para afrontar el auténtico desarrollo de los pueblos y de cada persona. Por ello “se hace necesaria una seria reflexión sobre su influjo, especialmente sobre la dimensión ético-cultural de la globalización y el desarrollo solidario de los pueblos”. Así, “el sentido y finalidad de los medios de comunicación debe buscarse en su fundamento antropológico”, siendo ocasión de humanización de la sociedad cuando informan en verdad conforme a la realidad y cuando se organizan y se orientan bajo la luz de una imagen de la persona y el Bien común que refleje sus valores universales. Es necesaria, por ello, que los mass media estén centrado en la dignidad de las personas, estén animados por la caridad y se pongan al servicio de la Verdad, del Bien y de la fraternidad natural y sobrenatural (Ej.: el diario El debate dirigido por Herrera Oria).

Bioética
74. La Bioética es un campo prioritario y crucian en la lucha cultural actual entre el absolutismo y la técnica y la responsabilidad moral, en el que está en juego la posibilidad del desarrollo humano integral, y se plantea la cuestión fundamental de si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios.

Los descubrimientos científicos, influidos por la IDEOLOGÍA PRAGMATISTA, IMPONEN una disyuntiva excluyente de elegir entre o una Razón abierta a la trascendencia o una Razón encerrada en la inmanencia. Sin embargo, una racionalidad del quehacer técnico centrada solo en sí misma se revela como irracional porque comporta un rechazo firme del sentido y del valor. FE Y RAZÓN HAN DE IR JUNTAS AL UNÍSONO. “La razón sin la fe se ve avocada a perderse en al ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas” (Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe. Dignitas personae 8/IX/2008).

75. La cuestión social bioética se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica, [pero ¿ha dejado alguna vez de serlo?] ante la “Cultura actual del desencanto total”, que cree haber desvelado cualquier misterio, gracias a que la técnica ha llegado “aparentemente” ya a la raíz de la vida por la vía tecnológico-científica. ESTA "CULTURA DEL DESENCANTO" ES "CULTURA DE LA MUERTE" que defiende el aborto y la eutanasia, escondiendo detrás de estas realidades planteamientos que niegan la dignidad humana, lo que supone una concepción materialista y mecanicista de la vida humana.

Psicologismo
76. El actual espíritu tecnicista es propenso a considerar las cuestiones relacionadas con la vida interior desde el punto de vista psicológico y neurológico. La interioridad del hombre se vacía y el ser conscientes de la consistencia ontológica del alma humana.

El problema del desarrollo está estrechamente relacionado con el concepto que tengamos del alma del hombre ya que nuestro "yo" se puede ver reducido muchas veces a la "psyqué", y la salud del alma se confunde con el bienestar emotivo”. Así, el desarrollo del hombre debe abarcar, además de un progreso material, uno espiritual porque el hombre es “uno en cuerpo y alma” (Concilio Vaticano II. Gaudium et spes n. 14.). De este modo el ser humano se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma, en esta línea afirma san Agustín, “tuve que entrar en mí para encontrarle a Él”.

Una sociedad de bienestar, materialmente desarrollada, pero que oprime al alma, no está en sí misma bien orientada hacia un auténtico desarrollo. No hay desarrollo pleno si no hay bien espiritual y moral de las personas.

Materialismo
77. El absolutismo de la técnica tiende a producir una incapacidad de percibir todo aquello que no se explica con pura materia, haciendo caer al hombre en la equívoca ideología del Materialismo. Conocer no es un solo acto material, porque lo conocido siempre es algo que va más allá del mero dato empírico, siempre hay un “plus” inmaterial que precisamente da sentido al conocimiento objetivo de la realidad. Así, en todo acto de conocer y de amar, el alma del hombre experimenta un “más” que se asemeja al DON recibido por el hombre por su Creador.

Son necesarios unos ojos nuevos y un corazón nuevo, que superen la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbren en el desarrollo ese “algo más” que la técnica no puede ofrecer por si sola. El único criterio orientador existente es la Caridad en la Verdad.

CONCLUSIÓN
78. Sin Dios, el hombre no sabe dónde ir ni tampoco logra entender quién es. Por ello Jesucristo viene en auxilio del hombre: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5); “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo” (Mt 28, 20). Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4, 13). El hombre no es capaz de gobernar por sí mismo su propio progreso, porque él solo no puede fundar un verdadero humanismo. Necesita acoger el don permanente de Dios. El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. Solamente un humanismo abierto al Absoluto nos puede guiar en el auténtico desarrollo de las formas de la vida social y civil, protegiéndonos del riesgo de quedar apresados por las modas ideológicas del momento.
79. El progreso integral del hombre necesita cristianos conscientes de que el auténtico desarrollo procede de Dios, y que no es el resultado exclusivo del esfuerzo humano, sino que es un don que procede de lo alto.
En Santander, a 6 de octubre de 2010.