miércoles, 6 de octubre de 2010

"El desarrollo de los pueblos y la técnica", capítulo VI, y "Conclusión" de la Caritas in Veritate de Benedicto XVI

Os quiero presentar algunas de las ideas principales del capítulo VI de la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI: "El desarrollo de los pueblos y la técnica", y de su "Conclusión", por si puede serte útil para su lectura, reflexión y discusión. Las negritas son mías.
CAPÍTULO VI
Se abordan distintos temas: Introducción, Técnica y desarrollo, Paz, Mass media, Bioética, Psicologismo y Materialismo.

Introducción
68. Benedicto XVI comienza este capítulo VI recordando el que sería el leit motiv de esta encíclica: LA PERSONA HUMANA TIENDE POR NATURALEZA A SU PROPIO DESARROLLO, no sólo el material, sino también el espiritual, aunque no siempre esté garantizado. El desarrollo de los pueblos está unido necesariamente al desarrollo de cada hombre.
El desarrollo al que está vocado el hombre no es aquel que puede variar a merced de su capricho. Porque EL HOMBRE COMO TAL ES UN DON y no el resultado de su propia autogeneración, es decir, el hombre no es autor de sí mismo. De tal manera su desarrollo personal debe estar en consonancia con la naturaleza del DON que le caracteriza. Es decir, el desarrolo del hombre ha de esar en sintonía con los principios y fines de la Creación, que en último extremo son conocer y amar al Señor, nuestro Dios, con todo el alma, con todas las fuerzas y con todo el ser, y buscar el Reino de Dios y su Justicia. El resto se da por añadidura.

Cada persona construye su propio “yo” sobre la base de un “sí mismo” que nos ha sido dado por puro DON del Creador, por ello cada hombre posee una libre singularidad para dirigir y desarrollar su propio desarrollo personal. Sin embargo, el desarrollo de la persona y de los pueblos se degrada cuando éstas pretenden ser las únicas creadoras de sí mismas y cuando creen que pueden recrearse usando los “prodigios” de la tecnología. Llegados a este punto debemos afirmar que EL "DESARROLLO" NO ES UN PRODUCTO ARTIFICIAL, sino que está fundamentado en un “plus”, en “un algo más” que no es exclusivamente humano y que cada hombre debe descubrir por sí mismo en el interior de su conciencia, a saber, las normas básicas de la LEY MORAL NATURAL inscritas en el corazón de cada hombre en virtud de su humana naturaleza.

Técnica y desarrollo
69. En la actual el problema del desarrollo está unido al “progreso tecnológico” y sus aplicaciones en el campo de la Biología.

El concepto “técnica” procede del griego "tecné" (técnica, arte). Desde antiguo está asociado al trabajo manual, pero no como un trabajo manual cualquiera: el resultado de la “técnica humana” es elevado a la categoría de “Arte”. Porque para desarrollar una auténtica técnica, con toda su valía, no basta el mero trabajo físico sino que también es necesario que el espíritu del trabajador (su alma, su conocimiento, su manera de ser) impregne el fruto de sus manos, de modo que no queda como algo meramente material, sino que se erige como un “producto humano” con toda su plenitud, lo que es propio del “Arte”.

Continua el Papa: “La técnica es un hecho profundamente humano, vinculado a la autonomía y libertad del hombre. En la técnica se manifiesta y confirma el dominio del espíritu sobre la materia (…)”. Así, la técnica permite dominar la materia y mejorar las condiciones de vida, y por tanto responde a la misma vocación que el trabajo humano posee: la técnica al ser “vista como una obra del propio talento, el hombre se reconoce a sí mismo y realiza su propia humanidad”. La técnica es el aspecto objetivo del actuar humano, cuyo origen y razón de ser está en el elemento subjetivo, por eso la técnica nunca es solo técnica, sino que manifiesta quién es el hombre.

“Los cristianos deben buscar y gustar las cosas de arriba, lo cual en nada disminuye, antes lo contrario, aumenta la importancia de la misión que les incumbe de trabajar con todos los hombres en la edificación de un mundo más humano. En realidad, el misterio de la fe cristiana ofrece (…) valiosos estímulos (…) para cumplir con más intensidad su misión y (…) para descubrir el sentido pleno de esa actividad que sitúa a la Cultura en el puesto eminente. (…). El hombre con el trabajo de sus manos o con ayuda de los recursos técnicos cumple personalmente el plan mismo de Dios de someter la tierra y perfeccionar la Creación (…)” (Vaticano II. Gaudium et spes n. 57, de la secc. 2ª del cap. II: "Algunos principios para la sana promoción de la cultura").

70. La técnica nace de la creatividad humana como instrumento de la libertad de la persona, por lo que puede llegar a entenderse como elemento de una libertad absoluta, alimentando, eventualmente, así, la idea de "autosuficiencia" e "independencia del Creador" cuando el hombre se pregunta sólo por el “cómo” y no por los “porqués” y “paraqués” que le impulsan a actuar.

El proceso de GLOBALIZACIÓN puede exponer a la humanidad al RIESGO de erigir a la TÉCNICA misma en una IDEOLOGÍA, “un deslizamiento hacia un nuevo positivismo –afirma Pablo VI–: la técnica universalizada como forma dominante del dinamismo humano, como modo invasor de existir, como lenguaje mismo, sin que la cuestión de su sentido se plantee realmente” (Pablo VI. Octogesima adveniens n. 29.).

Esta visión ideológica refuerza la mentalidad “tecnicista” al hacer coincidir la verdad con lo factible (Pragmatismo neokantiano, Utilitarismo), donde el único criterio de verdad es la eficiencia y la utilidad. Por lo que se niega automáticamente el “desarrollo”, y se genera una frontal contradicción con la finalidad originaria de la actividad técnica y tecnológica, a saber, el pleno desarrollo humano. El verdadero desarrollo no consiste solo en el hacer, sino que su clave está en la inteligencia capaz de entender la técnica desde su dimensión humana, al considerar la globalidad del ser de cada persona. Para lo cual es preciso ejercitar la actividad técnica desde la responsabilidad moral. “De ahí la necesidad apremiante de una formación para un uso ético y responsable de la técnica”, recuperando el verdadero sentido de la libertad humana, a saber, “en todo servir y amar a Dios, nuestro Señor”.

Paz
71. La desviación de la mentalidad técnica de su originario humanismo afecta en los procesos de paz entre los pueblos, hasta tal punto que se ha tecnificado que actualmente se considera el desarrollo y paz de los pueblos como mero “un problema de ingeniería financiera” y como una cuestión exclusivamente “técnica”, en lo que lo humano no tiene nada que decir.

Sin embargo, el auténtico desarrollo nunca estará plenamente garantizado ni por las leyes del mercado ni por las políticas internacionales -por mucha ideología tecnológica que haya, y a las injusticias sociales mundiales nos remitimos-, si entre sus diseñadores y ejecutores no cuentan con hombres rectos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al Bien común. Para esos menesteres es inexcusablemente necesaria -si es que realmente queremos el desarrollo de los pueblos- que exista una preparación profesional y técnica y una coherencia moral. Sin ésta última, predomina la absolutización de la técnica, con su consecuente confusión entre fines y medios.

72. En esta línea, además, el desarrollo y la paz de los pueblos corre el riesgo de ser considerados como un producto exclusivo de la técnica, fruto del humano acuerdo entre los intereses particulares de los gobiernos. “Es cierto que la construcción de la paz necesita de una red constante de contactos diplomáticos (…), no obstante, para que estos esfuerzos produzcan efectos duraderos, es necesario que se substenten en valores fundamentados en la verdad de la vida”, es decir, que tengan en cuenta las necesidades de los pueblos afectados.

Mass media
73. El Papa denuncia la decisiva y perniciosa influencia que los mass media poseen sobre la configuración socio-política y cultural de una sociedad, que en muchas ocasiones, en virtud de la ideología tecnicista global, ofrecen criterios únicamente humanos para afrontar el auténtico desarrollo de los pueblos y de cada persona. Por ello “se hace necesaria una seria reflexión sobre su influjo, especialmente sobre la dimensión ético-cultural de la globalización y el desarrollo solidario de los pueblos”. Así, “el sentido y finalidad de los medios de comunicación debe buscarse en su fundamento antropológico”, siendo ocasión de humanización de la sociedad cuando informan en verdad conforme a la realidad y cuando se organizan y se orientan bajo la luz de una imagen de la persona y el Bien común que refleje sus valores universales. Es necesaria, por ello, que los mass media estén centrado en la dignidad de las personas, estén animados por la caridad y se pongan al servicio de la Verdad, del Bien y de la fraternidad natural y sobrenatural (Ej.: el diario El debate dirigido por Herrera Oria).

Bioética
74. La Bioética es un campo prioritario y crucian en la lucha cultural actual entre el absolutismo y la técnica y la responsabilidad moral, en el que está en juego la posibilidad del desarrollo humano integral, y se plantea la cuestión fundamental de si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios.

Los descubrimientos científicos, influidos por la IDEOLOGÍA PRAGMATISTA, IMPONEN una disyuntiva excluyente de elegir entre o una Razón abierta a la trascendencia o una Razón encerrada en la inmanencia. Sin embargo, una racionalidad del quehacer técnico centrada solo en sí misma se revela como irracional porque comporta un rechazo firme del sentido y del valor. FE Y RAZÓN HAN DE IR JUNTAS AL UNÍSONO. “La razón sin la fe se ve avocada a perderse en al ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas” (Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe. Dignitas personae 8/IX/2008).

75. La cuestión social bioética se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica, [pero ¿ha dejado alguna vez de serlo?] ante la “Cultura actual del desencanto total”, que cree haber desvelado cualquier misterio, gracias a que la técnica ha llegado “aparentemente” ya a la raíz de la vida por la vía tecnológico-científica. ESTA "CULTURA DEL DESENCANTO" ES "CULTURA DE LA MUERTE" que defiende el aborto y la eutanasia, escondiendo detrás de estas realidades planteamientos que niegan la dignidad humana, lo que supone una concepción materialista y mecanicista de la vida humana.

Psicologismo
76. El actual espíritu tecnicista es propenso a considerar las cuestiones relacionadas con la vida interior desde el punto de vista psicológico y neurológico. La interioridad del hombre se vacía y el ser conscientes de la consistencia ontológica del alma humana.

El problema del desarrollo está estrechamente relacionado con el concepto que tengamos del alma del hombre ya que nuestro "yo" se puede ver reducido muchas veces a la "psyqué", y la salud del alma se confunde con el bienestar emotivo”. Así, el desarrollo del hombre debe abarcar, además de un progreso material, uno espiritual porque el hombre es “uno en cuerpo y alma” (Concilio Vaticano II. Gaudium et spes n. 14.). De este modo el ser humano se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma, en esta línea afirma san Agustín, “tuve que entrar en mí para encontrarle a Él”.

Una sociedad de bienestar, materialmente desarrollada, pero que oprime al alma, no está en sí misma bien orientada hacia un auténtico desarrollo. No hay desarrollo pleno si no hay bien espiritual y moral de las personas.

Materialismo
77. El absolutismo de la técnica tiende a producir una incapacidad de percibir todo aquello que no se explica con pura materia, haciendo caer al hombre en la equívoca ideología del Materialismo. Conocer no es un solo acto material, porque lo conocido siempre es algo que va más allá del mero dato empírico, siempre hay un “plus” inmaterial que precisamente da sentido al conocimiento objetivo de la realidad. Así, en todo acto de conocer y de amar, el alma del hombre experimenta un “más” que se asemeja al DON recibido por el hombre por su Creador.

Son necesarios unos ojos nuevos y un corazón nuevo, que superen la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbren en el desarrollo ese “algo más” que la técnica no puede ofrecer por si sola. El único criterio orientador existente es la Caridad en la Verdad.

CONCLUSIÓN
78. Sin Dios, el hombre no sabe dónde ir ni tampoco logra entender quién es. Por ello Jesucristo viene en auxilio del hombre: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5); “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo” (Mt 28, 20). Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4, 13). El hombre no es capaz de gobernar por sí mismo su propio progreso, porque él solo no puede fundar un verdadero humanismo. Necesita acoger el don permanente de Dios. El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. Solamente un humanismo abierto al Absoluto nos puede guiar en el auténtico desarrollo de las formas de la vida social y civil, protegiéndonos del riesgo de quedar apresados por las modas ideológicas del momento.
79. El progreso integral del hombre necesita cristianos conscientes de que el auténtico desarrollo procede de Dios, y que no es el resultado exclusivo del esfuerzo humano, sino que es un don que procede de lo alto.
En Santander, a 6 de octubre de 2010.

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