viernes, 29 de octubre de 2010

"Para creer en la evolución es necesario primero creer en Dios", Sayés dicit.

“Para creer en la evolución es necesario primero creer en Dios”. Ésta es la conclusión a la que se llegó tras la conferencia La Teoría de la evolución y la Fe pronunciada por don José Antonio Sayés el pasado 21 de octubre en un abarrotado salón de actos de la Casa de la Iglesia de Santander y organizada por el Centro de Santander de la Asociación Católica de Propagandistas.
Antes de empezar la exposición advirtió al auditorio de la importancia de la necesidad del desarrollo de la actividad científica experimental y humanística, al tiempo que también defendió la autonomía de la actividad científica. De tal manera, que se ha de considerar las conclusiones que cada Ciencia alcanza respecto a su concreto campo de estudio. Por lo que las Ciencias experimentales no pueden hacer ciencia sobre cuestiones filosóficas simplemente porque sus objetos de estudio no son ese tipo de cuestiones, que pertenecen en exclusiva a la Filosofía. Concluyendo, así, que la Filosofía, hace auténtica ciencia filosófica cuando no interfiere en las investigaciones científicas experimentales; de mismo modo que la Ciencia experimental hace ciencia cuando se centra en la singularidad de sus objetos de estudio.

A modo de argumentación lógica, Sayés, fue exponiendo las relaciones entre la Teoría de la evolución y la Fe.
En primer lugar, acudió a lo que La Biblia dice sobre la Evolución, llegando a las siguientes conclusiones: 1) Todo lo creado procede de Dios, así el concepto de “creación” procede de la Cultura Judía. 2) Lo único creado semejante a Dios es el hombre, así el concepto de “persona” procede del Cristianismo (cfr. Concilio de Calcedonia, 451). 3) La mujer tiene la misma dignidad que el hombre, por lo que no es un objeto. Y, 4) En el transfondo del pecado original subyace la orgullosa autonomía del hombre que quiere decidir por sí mismo qué es el Bien y el mal, sin contar con Dios.

En segundo lugar, el P. Sayés se detuvo en la consideración de algunas preguntas filosóficas que la Teoría de la evolución plantea, llegando a la siguiente conclusión: La evolución por sí misma no se explica. El Neodarwinismo, que ampara a la Teoría de la evolución, tras la demostración de que el ADN no cambia ha recurrido al azar como explicación de la evolución. Para el P. Sayés, este recurso no es suficiente para la exigencia que el método científico exige, porque en el fondo en el orden objetivo (como es la Ciencia experimental) no cabe el azar. Por tanto, se ha de aceptar que el hombre es un diseño inteligente, lejos de cualquier explicación azarosa. El P. Sayés hizo alusión a estos escritos: F. Facchini, Y apareció el hombre sobre la Tierra: ¿evolución o creación?, Palabra, Madrid, 2007; C. Schönborn, “Finding Design in Nature”, New York Times, 7/VII/2005.

Y, en tercer lugar, a partir de lo dicho anteriormente hemos de concluir que si en la creación aparece un hombre inteligente es porque el hombre tiene alma. El alma del hombre tiene libertad y autodeterminación (lejos de la determinación genética), y decir libertad –afirma Sayés– es hacer referencia a la espiritualidad. Al considerar el alma del hombre hemos de aceptar la existencia de una conciencia, de una “yoidad” (la certeza de ser uno y el mismo en todo momento) y a su conocimiento transcendente, abstracto y “metafísico” que tiene respecto de la Realidad. Pero ¿de dónde procede el alma? Para poder creer en la realidad “hombre” hay que creer previamente en Dios, porque el hombre y su alma han sido creado por Él. Así, concluye Sayés, “creo en la evolución porque creo en Dios”.

José Antonio Sayés (Peralta, 1944), presbítero desde 1968 y Doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, es Profesor de Teología Fundamental en la Facultad de Teología del Norte de España (con sede en Burgos), aunque ha extendido su magisterio fuera de nuestras fronteras: Estado Unidos de América, Brasil, Japón, Taiwán, Australia, y en breve irá a Dinamarca. Ha escrito más de 40 obras de Teología y Filosofía, siendo en la actualidad uno de los teólogos vivos más importantes de la Iglesia. Destacan sus prolíficas conferencias, su constante dedicación a la investigación y a la docencia plasmada en la publicación de sus libros de manera casi anual, y por supuesto sus incisivos artículos en defensa de la Fe. Una de sus mayores satisfacciones es la periódica presencia en campamentos con jóvenes. Entre sus mejores sentencias se encuentran: “Hay que dar hasta que empiece a doler” o “A los curas que no hacen oración, Dios les castiga con reuniones”. Algunas de sus obras: Filosofía del hombre, EIUNSA, 2009; Teología de la Creación, Palabra, 2002, o un clásico de la Teología contemporánea de rabiosa actualidad, La presencia real de Cristo en la Eucaristía, Ed. Católica, 1976.
Para escuchar la conferencia completa pincha aquí.
En Santander a 29 de octubre de 2010.

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