jueves, 6 de junio de 2013

"Conocer el Vaticano II resulta indispensable para interpretar el catolicismo actual". Mons. Jiménez Zamora. Clausura ciclo conferencias ACdP Concilio Vaticano II

Mons. D. Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander, el 3 de junio se encargó de clausurar el ciclo de conferencias dedicado al 50º aniversario del inicio de los trabajos del Concilio Vaticano II y 20º de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, organizado por el Centro de Santander dela Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) con la ponencia: El Concilio Vaticano II: un Concilio para el siglo XXI (para ver una reseña y fotografías pincha aquí y si buscas el texto completo de la ponencia pincha aquí). El acto fue introducido por don Manuel Ángel Castañeda, presidente del Ateneo de Santander, para posteriormente poner un servidor, en calidad de secretario del Centro de Santander de la ACdP, presentar al ponente ante el numeroso auditorio congregado en el salón de actos del Ateneo:
 
Buenas tardes. El pasado mes de mayo el Centro de Santander de la Asociación Católica de Propagandistas, de quien fuera su primer presidente nuestro paisano el siervo de Dios Ángel Herrera Oria, en el marco del Año de la Fe en el que nos encontramos, iniciaba este ciclo de conferencias dedicado al 50º aniversario del inicio de los trabajos del Concilio Vaticano II y el 20º de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, para reflexionar sobre la actualidad y vigencia de sus enseñanzas. Hoy llegamos a su clausura, y una vez más quiero invitar a prestar atención a las enseñanzas e ideas que se van a pronunciar en esta sala, ya que están dirigidas para enardecer nuestros corazones y estimular nuestras inteligencias.

Abríamos el ciclo con unas las palabras del papa beato Juan XXIII de la convocatoria del Concilio Vaticano II (1962), que conservan su total vigencia: “La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad. (…) lo que se exige hoy de la Iglesia es que infunda en la venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del Evangelio”, porque “la humanidad alardea de sus recientes conquistas en el campo científico y técnico, pero sufre también las consecuencias de un orden temporal que algunos han querido organizar prescindiendo de Dios”.

El siervo de Dios Ángel Herrera Oria participó en calidad de obispo de Málaga en el Concilio Vaticano II. Concretamente en las comisiones encargadas de la reflexión y redacción de la constitución pastoral Gaudium et spes, dedicada a la Iglesia en el mundo actual. No nos puede sorprender, por tanto, que Don Ángel caracterizase el Vaticano II como un concilio “eminentemente pastoral”, porque lo que busca es “la comunicación con los demás, el acercarse al pueblo, el abrir desde el primer momento la revelación de los principios del Concilio a los hermanos separados y a los hermanos desconocidos de nosotros”.

No me resisto a rescatarles un fragmento de la homilía que Don Ángel pronunció en la solemnidad de la Epifanía de 1963, y que dedicó al Concilio: “no es temerario esperar que de este Concilio la Iglesia va a salir en una época nueva como un gran ejército en orden de batalla”. Un ejército “que no quiere conocer otra arenga ni otra orden del día que la que hace veinte siglos se dio desde lo alto del monte: “Enseñad, bautizad”. El ejército de Aquel que es Autor de la Verdad y de la gracia, y, por consiguiente, el ejército que trata de infundir luz en las mentes y la gracia de Nuestro Señor Jesucristo en las almas”.

Esta tarde el Centro de Santander de la ACdP se honra de presentar al obispo de nuestra diócesis, Mons. D. Vicente Jiménez Zamora, a quién le agradezco muy sinceramente el que haya aceptado nuestra invitación para clausurar este ciclo.

Mons. Jiménez Zamora es natural de Ágreda (Soria). Realizó sus estudios en el seminario diocesano de El Burgo de Osma (Soria), en la Universidad Pontificia de Comillas (en ésta misma localidad montañesa), y en diversas universidades de Roma, a saber: la Universidad de Santo Tomás (Filosofía); la Universidad Gregoriana (Teología Dogmática); y en la Academia Alfonsiana de la Universidad Lateranense (Teología Moral). Ordenado sacerdote en El Burgo de Osma el 29 de junio de 1968. Ha ejercido la docencia en el seminario diocesano, en enseñanzas medias y universitarias, además de importantes y múltiples responsabilidades pastorales en la diócesis de Osma-Soria, que alcanzaron su cumbre al ser nombrado obispo de su diócesis natal en 2004. Recibió la ordenación episcopal en El Burgo de Osma el 17 de julio de 2004. Tres años más tarde, el 27 de julio de 2007, fue nombrado obispo de Santander. Tomando posesión de la diócesis, el 9 de septiembre de ese mismo año. En la Conferencia Episcopal Española ha pertenecido a diferentes Comisiones. En la actualidad es presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, que se ocupa de las relaciones mutuas entre los obispos y los religiosos.

Mons. Jiménez Zamora nos va a ofrecer una conferencia que lleva el título: “El Concilio Vaticano II: un Concilio para el siglo XXI”. El Concilio Vaticano II fue un gran acontecimiento para la renovación y reforma de la Iglesia hacia dentro y hacia fuera en diálogo con el mundo moderno de acuerdo con los signos de los tiempos. ¿Continua siendo hoy el Concilio la “brújula” capaz de orientarnos en el siglo que ha empezado? ¿Han perdido su valor y su esplendor sus 16 documentos? ¿Conserva la doctrina del Concilio las herramientas para interpretar y conocer la misión de la Iglesia en el mundo actual?

El Centro de Santander de la ACdP tiene su sede en la parroquia del Santísimo Cristo. Quedamos a su entera disposición. Agradeciéndole, una vez más, al Ateneo de Santander su cordial acogida. Don Vicente tiene usted la palabra. Muchas gracias.

Conferencia de Mons. Jiménez Zamora (a la izq.), junto al presidente del Ateneo de Santander (en el centro).


Así, Mons. Jiménez Zamora inició su intervención afirmando con el teólogo K. Ranher que el Concilio Vaticano II es un “Concilio de la Iglesia sobre la Iglesia”, que se caracterizaba por portar el estandarte de la renovación y reforma hacia dentro y de la apertura hacia el diálogo con el mundo moderno. También recordó una declaración del arzobispo de Nazaret, Mons. Hakim, para justificar el título de su conferencia: “Guste o no guste, un Concilio del siglo XX será el Concilio del siglo XXI”.

El ponente subrayó reiteradamente que el conocimiento del Vaticano II resulta un requisito indispensable para interpretar la situación del catolicismo actual. Don Vicente demostró sobradamente que efectivamente domina el entramado doctrinal del Concilio, señalando a lo largo de su charla abundantes referencias a los documentos conciliares y mostrando la armónica conexión que existe entre ellos y a los que caracterizó usando una afirmación del teólogo Hans Küng como las “nuevas 16 columnas de San Pedro” que deben ser el soporte de la Iglesia tras el Concilio.

Se hizo incidencia en las metas que el Concilio habría de alcanzar a partir del discurso del papa Pablo VI “Renovación hacia dentro y hacia fuera” (29/9/1963): 1) profundización en la naturaleza de la Iglesia; 2) renovación interna de la Iglesia; 3) búsqueda de la unidad de todos los cristianos, y 4) diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo. A partir de estos objetivos se concluyó que el tema fundamental sobre el que debía tratar el Concilio era la Iglesia y su renovación, y para ello el Concilio enarboló los trabajos de las dos grandes constituciones, las centrales del Concilio y sobre la que pivotan el resto de documentos, a saber: la dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia y la pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo moderno.

El obispo de Santander también reflexionó sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, quién lo caracterizó como un fruto maduro del Concilio Vaticano II como instrumento al servicio de la catequesis. A partir del fundamento de las Escrituras la Tradición de la Iglesia ha creado una pedagogía de la transmisión de la fe desarrollados en los cuatro grandes títulos del Catecismo: el Credo, los Sacramentos, los Mandamientos y la oración del Padre Nuestro.

A modo de conclusión, se afirmó que el Concilio Vaticano II ha supuesto una renovación del cristianismo desde un redescubrimiento más hondo de la naturaleza y misión de la Iglesia. El Concilio, en realidad, es un comienzo. Todo depende de cómo se lleven a cabo la doctrina, las decisiones y orientaciones y cómo caigan en el corazón del creyente y produzcan allí espíritu y vida, pero esto no depende del Concilio sino de la gracia de Dios y de todos los hombres de la Iglesia y de su buena voluntad.

 
Agradezco muy especialmente a don José Manuel Mochales su instantánea.
 
En Santander, a 3 de junio de 2013.