sábado, 17 de enero de 2015

VI Jornadas Católicos y Vida Pública en Burgos. La familia: solución, esperanza, futuro.

Escribo estas líneas durante mi vuelta a la tierruca desde la emblemática y noble ciudad de Burgos, cabeza de Castilla, en donde he disfrutado hoy de una intensa jornada de formación y de encuentro, que a pesar de haber comenzado ayer, día 16: las VI Jornadas Católicos y Vida Pública en Burgos, que en esta edición llevaban el título "La familia: solución, esperanza, futuro" (si quieres ver una crónica breve y fotografías de estas Jornadas pincha aquí).
El nivel académico de los ponentes ha sido muy alto, además de muy dotado para captar la atención del nutrido auditorio que correspondió con animados coloquios tras las respectivas conferencias. Por lo que me he marchado muy confortado por las ideas que se lanzaron en aquel salón de actos de la facultad de Teología del Norte de España.
Durante el acto de clausura, en el cual nos acompañó Mons. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, participé en nombre del secretario general de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), organizadora de estas Jornadas, con las siguientes palabras dirigidas durante la clausura para poner en valor la institución familiar:
"Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Burgos, Sr. Director de las Jornadas, estimados representantes de realidades y movimientos eclesiales, ponentes y componentes de la mesa redonda, amigos todos.
Os dirijo en nombre del presidente y del secretario general de la Asociación Católica de Propagandistas mi saludo más cordial y mi vivo agradecimiento en particular a los ponentes y componentes de la mesa redonda, por el generoso servicio y eficaz que habéis realizado durante estas Jornadas.
Este fin de semana se han abordado en profundidad y desde diferentes prismas, las VI Jornadas Católicos y Vida Pública en Burgos con el lema: La familia: solución, esperanza y futuro.
Las Jornadas ahora llegan a su fin.
La institución familiar está padeciendo una honda transformación de consecuencias impredecibles para la sociedad humana. Además, el mundo de hoy se encuentra ante una auténtica crisis de la conciencia moral que le hace especialmente vulnerable. Por ello, queridos amigos, tenemos que empezar por fortalecer la familia.
La Asociación Católica de Propagandistas, siempre sensible a los problemas de la Sociedad y, en este caso, el familiar, ha dedicado su último Congreso Católicos y Vida Pública, que viene celebrándose anualmente, a este tema. Durante la presentación pública de este Congreso tuvimos la oportunidad de que nos acompañara el presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Mons. Vizenzo Paglia, quién nos trasladó el marcado interés del Santo Padre por la familia.
La Europa religiosa y cristiana tiene delante de sí una gran tarea y compromiso, a saber: devolver la importancia y la grandeza que le corresponde a la familia, núcleo fundamental de la Sociedad.
Resulta importante destacar que, entre todas las instituciones nacionales e internacionales, la Iglesia Católica es la única que se implica en las cuestiones y problemas que afectan a la familia de nuestro tiempo. Como ha reiterado el papa Francisco: el Sínodo de la familia no viene a cambiar la doctrina, sino a plantear la actualización de la pastoral. Por otro lado, los valores y las virtudes de la familia son punto de fuerza sobre los que se apoya el núcleo familiar y no pueden ser puestos en discusión.
El amor conyugal persiste, a pesar de las múltiples dificultades propias de las naturales limitaciones humanas, lo que resulta uno de los milagros más bellos.
La cultura dominante no niega realmente la familia, sino que la sitúa al mismo nivel de otras nuevas formas de relación, que aparentemente son compatibles con ella, pero que, en realidad, la quebrantan.
La familia se enfrenta ante la dictadura del pensamiento único, viéndola de manera secularizada y según las modas de los tiempos. La crisis de valores, el secularismo ateo, el hedonismo y la ambición de poder erosionan a la familia y cambian los valores de unión entre el varón y la mujer.
A pesar de estas dificultades y de la cultura que impera, estoy convencido que la familia continua siendo el lugar de la vida, del misterio del ser, de la prueba y de la historia. Su unicidad la hace ser un insustituible patrimonio de la Humanidad.
La familia sigue siendo una buena noticia y los cristianos estamos llamados a vivir y a dar testimonio al mundo entero, para que todos puedan experimentar su fuerza y belleza.
En un mundo marcado por la soledad y por la violencia, el matrimonio y la familia cristiana puede realizar un nuevo humanismo del que nuestra Sociedad tiene tanta necesidad.
El punto central que hay que abordar es el modo de transmitir a las generaciones venideras el respeto hacia el misterio del amor desde su origen hasta su último destino, inscrito en la intimidad del Dios trinitario.
El Santo Padre ha manifestado recientemente que la misión de la familia cristiana es la de anunciar al mundo, con la fuerza del sacramento nupcial, el amor de Dios. Así, a partir de este mismo anuncio nace y se construye una familia viva, que pone el foco del amor en el centro de todo su dinamismo humano y espiritual.
Confío a Dios, nuestro Señor, y a la Familia de Nazaret los frutos de estas magníficas Jornadas y del próximo Sínodo dedicado a la familia de este año 2015".
Junto con el arzobispo de Burgos durante la clausura de las VI Jornadas Católicos y Vida Pública en Burgos.
A punto de llegar a la capital del Besaya, Torrelavega, 17 de enero de 2015.

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